28 de febrero de 2008

Barry Lyndon, los British Grenadiers.

¡Por fin he conseguido cargar videos en el blog! ¡Me ha costado un poco, pero al final...!
Bueno, como merecido premio a mi esfuerzo por superarme, ahí va un trocito de una película que está considerada una verdadera obra maestra, también por su soberbia banda sonora: "Barry Lyndon". Se trata de una escena de batalla, al estilo del siglo XVIII. No me voy a enrollar a explicar nada más -existe información más que suficiente y más documentada por ahí- y además estoy seguro de que los visitantes de este blog, a los que a buen seguro les apasiona la Historia, la conoceran sobradamente. Tan solo decir que la música que transporta al acongojado espectador de la butaca del cine a la formación de soldados que avanza impasible ignorando las balas, es la conocida marcha militar tradicional, "British Grenadiers", la partitura de la cual hunde sus raíces en el siglo XVII.



El periplo vital del protagonista, un irlandés que se ve obligado a "emigrar" de su pueblo, representa la paradoja de que quizás se puede huir de todo, menos, finalmente, de uno mismo. Sin duda es una de las películas de ambientación histórica que más me gustan. Sin embargo, existe otra joya cinematográfica, menos conocida -recorre todo el periodo de las Guerras Napoleónicas-, que precisamente por haberse tenido que rodar con menos medios, es para mí, quizás, tanto o más interesante, ¿sabes a qué película me refiero? Pongo el trailer la próxima semana.

P.E.: Como la insersión del video de youtube ha side desactivada, podéis ver la escena pulsando el siguiente enlace, http://youtu.be/1cIjTodmfk0.
Espero que esto funcione. ¡Hay que ver como se están poniendo las cosas!

23 de febrero de 2008

Guerras asimétricas: los piratas vs Roma.

En nuestros días el concepto de GUERRA ASIMÉTRICA nace para definir los conflictos denominados de cuarta generación en un contexto en el cual, tras la desintegración del Pacto de Varsovia, el riesgo de una confrontación termonuclear entre superpotencias ha pasado a segundo término.
A partir de la década de los ’90 del siglo XX ha ido cobrando importancia global la aparición de múltiples conflictos con las más diversas motivaciones (crisis sociales, enfrentamientos étnicos, guerras por los recursos,…), en los que a menudo acaban interviniendo Estados y/o Organismos Internacionales respaldados por estos.
El concepto de guerra asimétrica implica que se enfrenten oponentes de tamaño y medios claramente dispares, como son los ejércitos nacionales al uso, contra actores estratégicos “raros” que les desafían. Estos grupos no estatales, son difíciles incluso de definir meramente como organizaciones terroristas o carteles delictivos, pero sus acciones a menudo desbordan las capacidades de las armadas convencionales: no hay un oponente visible, no hay bases que destruir, ni siquiera existe un campo de batalla físico localizable.
Se trata muchas veces de conflictos transnacionales, que hacen buena en la guerra la frase “Act globally, think locally”. El enemigo es quizás más pequeño y débil, pero más flexible, más rápido, más impredecible. Exprime a fondo las enseñanzas del ARTE DE LA GUERRA en cuanto a sacar partido del ambiente, del terreno, las debilidades del oponente, la infiltración, el terror,…
Los Estados tienen entonces que bajar a su terreno para confrontarles y para no sufrir allí dolorosas y humillantes derrotas. Adaptar sus medios y tácticas, y quitarse además de encima determinados corsés legales, limitaciones sólo concebibles para las guerras entre iguales. Nacen así la GUERRA SUCIA, la privatización de la guerra, los robots-soldado, el uso de medios tecnológicos innovadores aplicados en el campo de batalla.
Los estados mayores se ven obligados al “thiking out of the box”, y a dejar de lado las clásicas enseñanzas de Von Clausewitz. Se requieren cada vez más menos soldados y más guerreros.

      ¿Son nuevas estas batallas de David contra Goliat? Desde luego que no, por ejemplo en el otoño del año 68 a. C., la única superpotencia militar del Mediterráneo por aquel entonces, ROMA, se vio atacada en el corazón mismo de su red de comunicaciones portuarias: el puerto de Ostia cercano a la capital, fue saqueado e incendiado, la flota de guerra consular allí amarrada destruida y dos senadores secuestrados, no por la marina de ningún estado enemigo, sino por una ¡FLOTA PIRATA!
Nada ni nadie parecía estar seguro. Estos piratas, desde sus bases emboscadas principalmente en las recortadas costas de Cilicia, en Asia Menor, hostigaban el tráfico marítimo, poniendo de relieve las debilidades y las limitaciones de la nueva potencia.
Sin comercio seguro, si el Mediterráneo no llegaba a convertirse en un Mare Nostrum, nunca llegaría a haber un IMPERIO en sus orillas. Roma era un estado bien estructurado, con legiones, armada, que dominaba sin discusión, por aquel entonces, todo el Mediterráneo Occidental.
Los piratas apenas estaban organizados, pero el pánico se apoderó de Roma de manera tal que la República renunció a su propia esencia y tras decretarse la Lex Gabinia –el equivalente romano de una Patriot Act de nuestros días- los ciudadanos romanos, hasta el momento tan celosos de su igualdad y de sus libertades, dotaron de poderes extraordinarios al más prestigioso militar de su tiempo, Pompeyo el Grande.
Pusieron en sus manos la casi totalidad del tesoro público e investido de poderes extraordinarios y sin limitación real –contra lo que era costumbre en la República Romana-, Pompeyo desató una verdadera guerra del terror en todo el Mediterráneo contra los piratas, destruyendo sus bases, colocando regímenes títere por todo Oriente Medio, y borrando de la superficie del mar la amenaza que por mucho tiempo habían representado.
Fue una verdadera guerra asimétrica de la antigüedad: un estado y sus fuerzas armadas, contra bandas de piratas apenas coordinadas y tenuemente conjuntadas.

Sin embargo, esto tendría una enorme repercusión interna: el poder cedido por los ciudadanos acuciados por el miedo, ya nunca les sería devuelto.
Y la República Romana tan celosa de la igualdad que acusar a cualquiera de sus cargos electos de querer perpetuarse en el poder, de pretender nada menos que convertirse en Rey, era la peor descalificación política que pudiera hacérsele, acabaría en pocos años convirtiéndose en un Imperio.
Al final, Roma terminaría siendo regida por un solo hombre. Curiosamente, la primera personalidad que se quedaría sola a la cabeza del ya naciente Imperio, sería, precisamente el gran oponente de Pompeyo, Julio César.
Que por cierto, en su juventud había estado secuestrado. Por los mismos piratas de los hablamos.


*Para saber más y mejor:
* The New York Times , Robert Harris , “Imperium: A Novel of Ancient Rome" 
http://www.nytimes.com/2006/09/30/opinion/30harris.html/ 

*Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR)
 http://www.icrc.org/WEB/SPA/sitespa0.nsf/html/6E3LH8 /

18 de febrero de 2008

El fraude en la lucha contra el cáncer: una lección en la investigación en Historia Contemporánea.

Hace unos días tuve la oportunidad de ver un reportaje inquietante –una verdadera lección de investigación en el campo de la Historia Contemporánea- que recapitulaba los pobres resultados obtenidos por parte de las autoridades de los países occidentales en la lucha contra la pandemia más importante de nuestros días, que no es otra que el cáncer. Cuando digo inquietantes no me refiero precisamente a la propia enfermedad, terrible sin lugar a dudas, sino al entramado de relaciones entre los gobiernos, las industrias y las empresas farmacéuticas: una verdadera historia de ambición y dinero, que pone de relieve el entramado de colusión de intereses, desvío de fondos, propaganda y manipulación de la opinión pública por parte de los medios de comunicación de masas al servicio de siniestros intereses particulares.
 
¿Cuántas veces hemos visto a lo largo de los últimos decenios anunciar a bombo y platillo en los telediarios de todas las cadenas públicas y privadas el hallazgo de la cura milagrosa del cáncer? ¿Cuántos informes hemos podido ver sobre el éxito de los tratamientos, dando a entender una disminución del número de enfermos? Desde hace más de treinta años existe una verdadera guerra abierta por la captación de los millonarios fondos gubernamentales, en la que las empresas farmacéuticas se están llevando la parte del león. Sin embargo tan solo con mirar a nuestro alrededor, a menudo en nuestras propias familias, podemos ver los pobres resultados de sus costosas investigaciones para hallar un remedio, financiadas en gran parte con fondos públicos. A pesar de los avances de la curación de la enfermedad, existen estadísticas –las cuales se trata de silenciar- que constatan la cada vez mayor incidencia de esta plaga, sobre todo en nuestras sociedades industriales. Así pues, tanto dinero invertido en encontrar una cura parece tan solo redundar en la creación de un negocio multimillonario para los laboratorios, que sólo consiguen alargar la vida de los enfermos en el mejor de los casos y si se ha cogido a tiempo. El mayor éxito radica, pues, en convertir el cáncer en una más o menos benigna enfermedad crónica, que reportará unos suculentos y estables beneficios a estas compañías. Paralelamente los fondos para políticas de prevención y estudios epidemiológicos no han hecho más que reducirse. ¿Por qué, cuando está demostrada la eficacia de la prevención en la reducción de la incidencia del cáncer? Pues porque la sencilla y barata prevención perjudicaría gravemente los intereses de poderosos grupos industriales ya que, si bien se culpa a la mayor longevidad y a los hábitos poco saludables de la población, se calla que el 80% de los tumores son debidos a factores ambientales, en los que los contaminantes químicos que no podemos evitar absorber en el agua, en el aire y en los alimentos que ingerimos, juegan un papel fundamental. Ya en el siglo XIX, Percival Pott pudo demostrar la relación entre el cáncer de testículos en edades adultas y el haber trabajado durante la infancia como deshollinador. Las implicaciones de estos estudios son evidentes y remarcan la gravedad de la exposición continuada todo y que sea a cantidades mínimas del contaminante. Pero una política de prevención arruinaría importantes negocios, como bien se ha podido ver en el caso del tabaco y el amianto. La lentitud de nuestros gobernantes a la hora de tomar medidas contra las industrias que se sabe que causan millones de muertos anualmente en todo el mundo, esta en tela de juicio.

Los efectos sociales del cáncer son en mi opinión comparables a los de las epidemias de peste medievales. Sin embargo, los políticos de hoy en día no están sabiendo estar a la altura de aquel Bernabo de Regio, al que en la Venecia del siglo XIV no le dolieron prendas en establecer periodos de cuarentena a los barcos que llegaban a la ciudad-estado, poniendo por delante la vida y salud de los ciudadanos sobre los ciegos intereses particulares de los poderosos comerciantes.

*World Health Org.: http://www.who.int/mediacentre/news/releases/2003/pr27/en/
*Revista Española de Salud Pública:
http://www.scielosp.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1135-57272005000200009&lng=&nrm=iso
*Reseñas de Clinical & Translational Oncology:
http://www.seom.org/seomcms/images/stories/recursos/sociosyprofs/documentacion/boletinseom/2006/46/clinical_translational_oncology46.pdf/

*Lamento no poder dar referencias sobre el reportaje de TV, pues olvidé tomar debida nota.

14 de febrero de 2008

Epidemias y palabras: la peste y la Teoría de Cohn.

Las palabras, como casi todo el mundo sabe –y los filólogos mejor que nadie- pueden ser una enorme fuente de información histórica. Existe una en concreto, que nos habla muy claro, que es casi igual en muchos idiomas, y que tiene un origen relativamente reciente en nuestro acervo lingüístico. Me refiero a la palabra CUARENTENA, a su significado médico. Su origen nos revela que los verdaderos vencedores en la lucha contra las epidemias de peste que periódicamente iban asolando las poblaciones europeas, no fueron finalmente los médicos, sino esta vez los gobernantes. Algunos, de vez en cuando, toman decisiones acertadas, sin que esto sirva de precedente, claro. Debemos citar pues, el nombre de Bernabo de Reggio, que en la Venecia de 1.374 emitió un decreto que imponía un periodo de observación y aislamiento, que finalmente acabó siendo de cuarenta días, a los tripulantes de las embarcaciones y a aquellos ciudadanos, que de algún modo hubieran podido estar en contacto con la enfermedad, antes de permitir su entrada en la ciudad. Esta decisión administrativa, siguiendo los consejos de algunos médicos preclaros como Guilielmus Varignana, fue el primer paso para erradicar finalmente estas terribles epidemias que periódicamente diezmaban la población del Continente. Vinieron de la mano de la prevención y del sentido común, aunque no fueron sin embargo una innovación, pues tienen su precedente claro en el aislamiento al que eran sometidos los enfermos de lepra en las leproserías medievales.
Pero cuando decimos peste, ¿de qué mal estamos hablando? La oscura palabra PESTE, que finalmente nos trajo de la mano la clarísima CUARENTENA, es en sí un vocablo que nos dice más bien poco, en cuanto a que no nos da información concreta sobre la exacta naturaleza de la enfermedad. Existen desde la Antigüedad frecuentes referencias a estas epidemias, ya sea en la Roma republicana, en tiempos del emperador bizantino Justiniano, o en diversos periodos de crisis del Reino Visigodo de Toledo. Pero es sobre todo en la Edad Media, a partir del siglo XIV cuando las oleadas de la denominada peste negra adquieren una extensión y una virulencia inusitada, que amenaza con exterminar a casi todo la población. Y así como llegó la peste, emboscada en los barcos, se fue, desapareciendo silenciosamente hacia finales del siglo XVII.Todos estamos seguros de saber hoy en día, desde que en 1.894 el Dr. Yersin aisló el bacilo de la peste bubónica en Hong-Kong y lo relacionó con la peste negra, que la peste medieval era principalmente la peste bubónica y que era una enfermedad transmitida por las pulgas de las ratas. Sin embargo, en 2.002 Samuel Cohn publicó un artículo - The Black Death: End of the Paradigm?- en el que pone en duda que pueda tratarse de la misma enfermedad. Revisando exhaustivamente la documentación existente, apunta que la enfermedad medieval se transmitía en condiciones climáticas que no permitían la supervivencia de las pulgas de las ratas y que ni los síntomas, ni su patrón de transmisión, ni la velocidad con que llegó a extenderse, son los mismos en ambas. La peste negra sería, según el Profesor Cohn, una enfermedad de origen desconocido, posiblemente causada por mutaciones de diferentes virus de transmisión humana y que finalmente desapareció gracias a un mecanismo que nos ha protegido a lo largo del tiempo y que no es otro que la inmunidad, la resistencia que nuestro organismo desarrolló hacia la infección. De todos modos, de ser esto cierto quedamos a oscuras, en cuanto a saber que fue exactamente la peste, pero obtenemos una clave para entender como la humanidad se adapta y puede vencer otras pestes presentes y las que estén por venir.

Para saber más y mejor:
*
Samuel Cohn, The Black Death: End of the Paradigm?

*Revista chilena de infectología,
http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0716-10182003020200039&script=sci_arttext

*Historia de la sanidad en los puertos marítimos, http://www.semm.org/webtema1/ap04.htm

7 de febrero de 2008

Élites, relaciones y colusión de intereses.


Siempre me ha llamado la atención el hecho histórico de la expansión de Roma. No tanto la de cariz ya más imperial, conseguida a partir de aplastar a las otras potencias en liza por el control del Mediterráneo –Cartago sobre todo- y que tiene para mi una lógica más militarista, sino la de los “siglos de hierro” de la República, principalmente entre los siglos IV a.C. y III a.C.
En ese periodo se consolidó la plataforma de lanzamiento de Roma a la cabeza de los otros pueblos de la Península Itálica. Es decir, la base y el núcleo del poderío romano que ni tan siquiera Aníbal, campando victorioso con sus elefantes, pudo conseguir quebrar. Y Roma sería un Imperio.

La explicación que más me gusta para este hito de la historia romana no se basa en el poder de las legiones, su organización y su fiereza tanto en el combate como en la represión de los díscolos, samnitas, lucanos, campanos, galos transpadanos y tantos otros, a los que Roma intentó doblegar a sangre y fuego en sucesivas guerras. Nos ofrece sin embargo jugosos ejemplos de Historia Política, detrás de los cuales subyace, sin duda la colusión, es decir, la comunión de intereses entre las élites romanas y los grupos aristocráticos de los otros pueblos que tenían a su alrededor.
Desde bien temprano, estos grupos establecieron lazos clientelares con patronos romanos y acabaron imbricándose familiarmente, sencillamente, porque el estado de cosas que Roma ofrecía les interesaba más que la estrecha independencia tribal.
Es decir, Roma protegía sus intereses, políticos, de clase y comerciales. Esto interesaba tanto a la aristocracia latifundista etrusca, como a los comerciantes de la Magna Grecia, que veían como Roma barría a sus competidores del Mediterráneo, aseguraba las rutas marítimas, e inundaba el mercado con la mano de obra barata que eran los esclavos.

Este es uno más de los ejemplos de la vieja Roma y al hilo de todo esto, he pensado en el reciente viaje del Emperador actual por Oriente Medio y la Península Arábiga. El telón de fondo del cuál es el siguiente: una crisis económica, causada por un fraude masivo en el mercado de capitales, que amenaza con mermar el poder de compra de millones de consumidores que pueden quedar empobrecidos, paralizando así la economía. Sencillamente unos pocos demasiado ambiciosos han querido acaparar demasiado y se les ha ido la mano.
Esta situación implicaría una disminución en el consumo de hidrocarburos –y también otros bienes- que perjudicaría los bolsillos de unas determinadas élites, dueñas de los beneficios que generan estos recursos. Todos hemos visto, como los causantes de este fraude han salido perfectamente impunes. Las leyes penales y las leyes del mercado que hubieran determinado la quiebra inminente de algunos bancos, no les han afectado. ¿Y por qué?
Pues la respuesta está también hoy en la colusión de intereses, que pasa por encima de las fronteras. El entramado de relaciones personales y de negocio es bien evidente.
Como se dice vulgarmente, una mano lava la otra mano 
 
Quizás le interese leer también en este blog:

"Golfus" de Roma: los publicanos y las crisis alimentarias, Sobre los principales causantes de las periódicas crisis de subsistencia que azotan el planeta.

*http://historia-por.blogspot.com/2008/06/golfus-de-roma-los-publicanos-y-las.html

4 de febrero de 2008

Esclavitud por deudas y nexum bancario.

El nexum era el nombre que se le daba en la antigua Roma a la figura jurídica que regulaba la esclavitud por deudas. Por esta ley los plebeyos empobrecidos podían llegar a quedar sometidos como siervos, prácticamente esclavos, de sus acreedores, si no conseguían pagar sus deudas. La causa principal de esta situación nacía principalmente de la exclusión política –el Senado y las altas Magistraturas eran detentadas por el patriciado y en beneficio de sus clanes familiares-, que a su vez era la madre de la exclusión económica en el reparto de las riquezas que generaba por aquel entonces la expansión territorial de la República Romana.
El nexum fue finalmente abolido en el 326 a.C., como una más de las medidas político-sociales de pacificación interna que permitieron dar viabilidad al estado romano republicano en vísperas de convertirse en un Imperio.
Pero la vieja Roma pervive en nuestra sociedad actual. No hay más que asomarse al panorama de nuestros días para observar una situación que se ha ido agravando en los últimos años: y es el empobrecimiento por la enorme
deuda contraída por las familias, principalmente para financiar un bien considerado de primera necesidad como la vivienda. Por ella, muchos hemos pagado un precio mucho más alto de lo que realmente debería costar, ya que la vivienda es cara por los impuestos que se le aplican, y los abusivos beneficios de los especuladores y la banca, a la que debemos recurrir para financiarnos. ¿A quiénes beneficia y a quiénes perjudica realmente esta situación? No sé, pero sólo hay que ser un poco analítico para constatar que muchos pasaremos largos años trabajando más de lo necesario, renunciando a muchas cosas, la primera y no menos importante a disponer de nuestro tiempo para estar con nuestras familias o hacer sencillamente lo que nos de la gana. En definitiva a nuestra libertad. Para Hegel, esclavo es aquel que abdica de su libertad para seguir viviendo. Tendríamos que preguntarnos si no hemos caído en una cierta esclavitud por deudas. Algo que podríamos denominar nexum bancario.
Mientras, políticos, banqueros y especuladores inmobiliarios se han convertido en el nuevo patriciado, que nos deslumbra a todos con la libertad que les permite ahora sus recientemente amasadas fortunas a costa del dinero y la libertad de muchos. Eso sí, hoy todo se hace de manera más sutil: se nos permite periódicamente votar, pero
nuestro voto se revela más inútil que el de los plebeyos en los Comicios Centuriados romanos, ya que a la vista de lo que pasa, no me queda claro qué intereses defienden los representantes que para más INRI vamos eligiendo y que han fomentado esta situación.
Sin duda, más romanos de lo que parece.