15 de julio de 2008

La Historia de la Cultura, una historia de la Historia.


Con la Historia tratamos de comprender el tiempo. Modernamente la Historia recomenzó siendo una ciencia del tiempo congelado en los documentos: en el siglo XIX las ratas de archivo dominaban la Ciencia desempolvando legajos, traduciendo textos de los papiros, de las estelas en piedra, nombres de metal en las monedas, reconstruyendo así, la Historia Clásica de los grandes Imperios. Von Ranke, Mommsen, Taine…
Pero pronto estos gigantes que hicieron de la Historia una Ciencia, acabaron con todos los Imperios clásicos, desde Mesopotamia, hasta Roma y llegaron a las fronteras de los Tiempos Oscuros, a los tiempos, de nuevo, sin documentos y los historiadores hubieran tenido que quedarse mudos, sin nada que explicar, pues la Historia de los pueblos dio comienzo con la escritura y por poco no se les termina, en el intervalo que separa la Historia Antigua de la Edad Media.


Por falta de documentos escritos, se volvió como en una maldición, a los espacios y periodos sin Historia. Periodos sin tiempo.
Por suerte mucho antes, los arqueólogos ya habían aprendido a leer no solo en los textos sino también en los restos materiales antiguos. Las ruinas de los palacios, las tumbas y hasta los vertederos ofrecen indicios valiosos a partir de los cuales se puede deducir que ocurrió y cómo ocurrió. Ya no sería necesario tenerlo por escrito para saber: podría reconstruirse el pasado a partir de casi nada, a veces del polvo, tan solo con que fuera algo que se pudiera tocar, pesar, medir. Comparar. Los hechos podían deducirse y podrían conocerse las sociedades ágrafas.


Conforme la Historia avanzaba hacia el presente siguiendo la trayectoria de la flecha del tiempo, tropezó con otra Ciencia, la Antropología, que la puso de nuevo en una interesante tesitura: ¿Qué pasaba con aquellos hechos de las sociedades humanas del pasado que no dejaban restos materiales? Muchas de las manifestaciones culturales imprescindibles para entender una sociedad presente o pasada no dejan casi huellas evidentes en el registro arqueológico. Además son manifestaciones de la cultura popular, más allá de la Cultura con mayúsculas de la que ya se venían ocupando disciplinas como la Historia del Arte.
La Antropología, en cambio, la ciencia que estudia las sociedades humanas del presente, tiene la oportunidad de observar todas estas facetas de la cultura humana in situ. Reconociendo esta necesidad de abrir el foco, hechos culturales como las tradiciones, los miedos, la cultura popular y las mentalidades entraron a formar parte también de los estudios históricos. Y nacieron campos nuevos como la Historia de la Cultura, quedando así todos los fenómenos históricos, sociales y culturales encuadrados dentro de la que se denominó Historia total.


Tendemos a creer que la cultura se transmite en una sola dirección. Que las cosas vienen de un sitio donde surgen y sencillamente van a otro. También que la cultura tiene fronteras. Y que los hechos culturales son estáticos, que no se modifican, que no mutan, que no cambian a lo largo del tiempo. Y es todo esto precisamente lo que nos despista: el espacio y sobre todo el tiempo, como una variable que no podemos abarcar.
Un buen ejemplo de cómo se transmite la Cultura a lo largo del espacio y el tiempo lo tenemos en un fenómeno cultural a priori tan excéntrico como pueden ser las artes marciales. Que como su propio nombre indica, también son Artes.



PRÓXIMAMENTE:
*La clave de Okinawa. El kárate y los misterios de la transmisión cultural: un viaje de ida y vuelta.
*Las lejanas raíces griegas del kárate.

*La verdadera destreza. La aportación española a la Historia de las artes marciales.



Para saber más (y mejor):
*B.Casado y allii: Tendencias historiográficas actuales, (U.N.E.D.)

No hay comentarios: