27 de julio de 2008

LAS CRÓNICAS DE UN ASUNTO CASI OLVIDADO. Parte 18.

(...sigue...)

-Eso lo decía aquel conocido tuyo, el del libro de los chipirones, hace muchos años, antes de irse a Francia a enseñar. Aquel hombre, al parecer, decía que no. Y rieron los dos, al recordar los buenos viejos tiempos.
-Hoy he traído a otro Profesor de Historia.
-Y pues, ¿qué opina entonces este joven Profesor?
-La verdad, este Profesor no sabe ahora mismo qué pensar –dijo Andrés-.
Y clavó su tenedor en el muslo del pato, que espléndidamente presentado, un camarero acaba de servirle.


Salieron de allí bien tarde y más considerando que era martes por la noche. De todos modos ninguno y mucho menos el Sr. Gamisans, tenía demasiadas ganas de irse para casa. El café que había culminado la cena, junto con la brisa marina que subía fría y húmeda por la Vía Layetana desde el puerto, habían despejado el efecto de la modorra que la segunda botella de vino les había causado, e hizo aceptar a los dos jóvenes la inusual propuesta de ir a tomar una copa para coronar el encuentro. Como siempre era el anticuario el que seguía llevando la voz cantante:
-Al Marsella –dijo-, ¿saben dónde queda? Iremos dando un paseo y charlando.
Durante la cena había quedado claro que el Señor Gamisans no había jugado muy limpio al hacer llegar el libro a Andrés de una manera tan poco ortodoxa, más bien un tanto tramposa. Pero la apasionada descripción y los comentarios que hacían tanto uno como otro de los pormenores de la obra habían hecho que Gonzalo le perdonara a su jefe el haberle utilizado de una manera tan poco digna, mudando el rencor en viva curiosidad.
Caminaron a buen ritmo, cortando El Gótico en toda su amplitud y atravesaron La Rambla, casi desierta a esas horas, como no fuera por alguna oveja descarriada que no conociera de días de la semana. Siguiendo por unas calles de lo que ya era El Raval llegaron hasta un bar, en el que sólo la música de Edith Piaf o Georges Brassens podía esperarse que sonara. En cambio ésta era del todo actual como la nutrida concurrencia de jóvenes de muchas nacionalidades. Sin embargo todo, las sillas, las mesas, la barra y la decoración en general, incluso el camarero con aspecto de haber desertado de la Legión Extranjera ese mismo año, recordaban a una cierta Francia nostálgica.
-¿No irán a pedir Ustedes cerveza o un combinado como esos pipiolos? –dijo Gamisans jocoso, frotándose las manos-, ¿Aquí? ¡No se atreverán! ¡No!
Sin duda el Sr. Gamisans era el personaje más extravagante del local, tanto por su trajeado aspecto como por su provecta edad. Pero el legionario tras la barra, a buen seguro que estaba vacunado contra cualquier extravagancia y su rostro se iluminó con una sonrisa un tanto torcida cuando escuchó de boca de la camarera el pedido de aquella mesa.
-Hay absenta... he podido ver las botellas tras el mostrador... créanme, nunca la tomen a solas, siempre, siempre acompañados, sí.

(continuará...)

*Si lo deseas, puedes leer por orden de aparición las partes anteriores publicadas de la novela, seleccionando "Las crónicas de un asunto casi olvidado" bajo el epígrafe TEMAS TRATADOS de la barra lateral izquierda.

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