24 de octubre de 2008

¡Y ahora también Ramón Trecet!


Algo raro está pasando con la radio últimamente en España.
Tan raro, que voy a socializar mi ira añadiendo un nuevo post a mi apartado de Fraude y colusión. Y es que vamos a hablar de Historia, pero de Historia del desprósito, en la radio.


Hace unos semanas no encontré la manera de sintonizar mi insomnio de fin de semana con el programa "La rosa de los vientos", hasta que descubrí estupefacto que la emisora, lejos de, quizás, adelantar la emisión para, no sé, aumentar la audiencia y que no nos quedemos dormidos a horas tan intempestivas, ha relegado de algún modo el programa a ¡la onda media, al AM!. Gracias a esto, lo oigo tan mal que no he tenido más remedio que resignarme a unirme a los muchísimos miles de oyentes que ávidamente descargan los programas del podcast en internet. Bueno, entiendo que lo que no ha conseguido la parca con la desaparición de Juan Antonio Cebrián -cargarse el programa- pretenden lograrlo los directivos de la emisora. Pensaba que estaban para hacer crecer la audiencia...



Tampoco están para contentar al oyente los directores de Radio Nacional de España. Hoy mismo he tenido que tomarme un día libre y pretendí aprovechar para darme el gustazo de escuchar, después de comer, el programa "Dialogos 3" que conduce Ramón Trecet desde hace ni se sabe cuántos años.
Lo descubrí allá por 1995 y curiosamente muchas de las personas sensibles y con inquietudes que me he ido encontrando a lo largo de la vida, también conocen el programa.
Es el programa de una minoría mayoritaria. Tan solo el locutor, un tipo muy peculiar por cierto, y la música que éste elige porque quiere, nada más.
Pues bien, puse Radio 3 y no daban el programa de siempre. Me acerqué al ordenador y se desencadenó la causalidad. Fui a la web del diario El Mundo y allí veo la noticia: una entrevista con el propio Ramón Trecet en la que afirma que la directora de la emisora (antigua discípula suya, para más inri; de esas que no aprenden ni a tiros, no por falta de talento, porque para trepar se ve que lo tiene de sobras) pretende cancelar el programa y le está presionando para que abandone y calle.



Si finalmente se salen con la suya y Ramón Trecet lo tiene que dejar, será para mi, radiofónicamente hablando, el día más triste desde la muerte de Andreas Faber-Kaiser.
Se echa de menos aquella frase con la que Ramón Trecet terminaba hace tiempo su magnífico programa: "Buscad la belleza. Es la única protesta que merece la pena en este asqueroso mundo". Llevaba ya tiempo que no nos lo decía pero no lo debemos olvidar.
Me pregunto por qué muchos programas que tienen éxito sin anular el espíritu crítico de los oyentes, acaban, misteriosamente, desapareciendo, desde dentro.



Para saber más y mejor:
*LA NOTICIA, Diario El Mundo: http://www.elmundo.es/elmundo/2008/10/24/comunicacion/1224851850.html?a=40271cdb8f687dc105db65de79326069&t=1224890131



*Ramón Trecet, como los diamantes, es una persona de múltiples facetas. Inolvidables aquellas retransmisiones de partidos de RUGBY, ¡Qué tiempos aquellos cuando el auténtico Torneo de las 5 Naciones! Este artículo me ha hecho recordar: http://es.eurosport.yahoo.com/14092007/47/copa-mundo-2007-rugby-ahi.html

19 de octubre de 2008

El Neolítico precerámico: Neolítico, pero sin cerámica.


Las primeras transformaciones que desde el mesolítico llevaron hacia economías Neolíticas, plenamente productoras de alimentos, se detectan por primera vez hacia 8.500 a.C..
Sus rastros arqueológicos los encontramos en unos pocos yacimientos de Oriente Medio, distantes entre sí, lo cual no implica necesariamente incomunicados, ya que el comercio a larga distancia está plenamente documentado para este periodo.
A este horizonte cultural, se le conoce como Neolítico Precerámico.



Los hombres y las mujeres que habitaron estos poblados pioneros, diseminados en tres zonas: Levante, Mesopotamia y Anatolia, del denominado Creciente Fértil, término acuñado por el arqueólogo J.H. Breasted, para definir el área geográfica que desde Egipto hasta Mesopotamia, es considerada la cuna de la Revolución Neolítica, tomaron soluciones distintas a la hora de encarar el problema diario de la supervivencia en sus entornos respectivos.
Todos estos enclaves presentan características comunes, como son el estar ubicados en zonas aluviales con abundante agua disponible (lo cual ofrece tierras fértiles y bien regadas) y surgir sobre substratos culturales anteriores en los que se documentan experiencias de agricultura predoméstica, sobre todo con cereales.



Sin embargo, su característica común más llamativa, para nosotros que 10.000 años después tratamos de definirlos y conocerlos, es que todos estos tempranos poblados sedentarios, practicaban la agricultura, aunque previamente a disponer de útiles de cerámica. Y esto no es ninguna tontería ya que las humildes vasijas de cerámica, cumplen diversas funciones, en cuanto al consumo, el traslado y sobre todo el almacenamiento de los excedentes alimenticios que la agricultura produce.
Por ello, comúnmente se considera la existencia de cerámica como uno de los rasgos característicos de las sociedades neolíticas: “sin cerámica no hay neolítico”, aunque a decir verdad lo que único que definiría esencialmente a una sociedad como neolítica es su capacidad para producir alimentos.



El Neolítico es una opción, una opción económica: aldeas como Jericó, Mureybet o Beidha en Levante, Zawi Chemi en Iraq, o Çayönu en Anatolia, fueron contemporáneas de otros poblados de su entorno que mantuvieron durante más largo tiempo la economía paleolítica.
¿Por qué?, probablemente se debió a que la agricultura y la ganadería incipientes, en las fases iniciales, no representaban una ventaja económica respecto a la caza y recolección.
Seguramente comenzaron como un complemento de seguridad al que recurrir en caso de que las actividades cinegéticas habituales sufrieran altibajos y poco a poco las comunidades humanas pasarían a depender de aquellas como medio de subsistencia principal.
De este modo pudo consolidarse el nuevo modelo económico y cultural, quizás en paralelo con cambios climáticos que pudieron afectar a las especies que cazaban, y a las plantas cuyos frutos eran recolectados por aquellos paisajes.



Pero hablábamos de cerámica, de la ausencia de cerámica, ¿cómo se supone que se las arreglaban? En primer lugar se supone que seguirían utilizando los envases de mimbres y pieles, seguramente heredados de sus antepasados de las culturas mesolíticas, natufienses y kebarienses, de los cuales no habrían quedado prácticamente restos para los arqueólogos, pero sobre todo, estas primeras culturas neolíticas desarrollaron para sus nuevos propósitos, envases de piedra pulimentada, y esto sí que es uno de los factores definitorios de la nueva cultura: no en vano la palabra Neolítico no significa otra cosas que nueva piedra”.
Hacia el 6.000 a.C. aparecen ya los primeros objetos de cerámica, que acapararían las aplicaciones propias de los envases, útiles de cocina, silos de almacenamiento... La contundente piedra pulimentada seguiría empleándose para las hachas, los aperos de labranza, las armas con las cuales dirimir los conflictos por los pastos y los campos, en espera del desarrollo de la metalurgia.
En ese momento en Oriente Medio, la Revolución Neolítica se haya plenamente consolidada y lista para emprender un largo viaje de exploración y colonización, que llevaría a la humanidad a transformar irreversiblemente el planeta.



Para saber más (y mejor):
*Los orígenes de la civilización (Ed. Crítica) Ch. L. Redman

5 de octubre de 2008

LAS CRÓNICAS DE UN ASUNTO CASI OLVIDADO. Parte 24.

(...sigue...)


De momento debía acogerse a sagrado. Era la única posibilidad que tenía de salvar el pellejo por ahora. Nadie osaría asesinar al Obispo en su Sede, bajo el techo de una iglesia. En cualquier iglesia por pequeña que ésta fuera, sería intocable. Salvado este primer escollo, desde allí podría enviar un mensajero para proponer un pacto. Mientras, Táric tendría tiempo de prepararse y cruzar el Estrecho. Con el resto de los magnates del Reino no sería posible contar. Por ahora. Eran hombres prudentes, viejos zorros taimados, que no gustaban de jugar a los dados, pensaba Oppas, mientras se iba relajando.
Se arrebujó con su capote, venciéndose sobre la alfombra de lino crudo, bastante deshilachada en los bordes y entrecerró los ojos, dejando tan solo colarse por la cortina de sus párpados la luz ahora hiriente del invicto sol naciente, que penetraba por los ventanucos orientados directamente al Este. El piso de tablas crujió ligeramente cuando giró sobre su espalda para apoyarse sobre su hombro izquierdo y quedar cara a la pared, en posición fetal, acurrucado. Ispali se desperezaba, con su Obispo forzosamente alojado en la judería, en casa del Rabino.
En esencia, pensaba Oppas cayendo en el sopor del sueño demorado, recogiéndose dentro de sí, olvidado de su cuerpo cansado, tanto para ellos como para los arrianos, sólo Dios era Dios. Tan solo un Dios, ni Hijo, ni Espíritu Santo de una monstruosa trinidad politeísta.
Y se durmió dándole vueltas a esta idea, a la Unidad, principio y fin, recitada como un salmo, mientras pensaba que al final todo eran ramas del mismo árbol.


(continuará...)

*Si lo deseas, puedes leer por orden de aparición las partes anteriores publicadas de la novela, seleccionando "Las crónicas de un asunto casi olvidado" bajo el epígrafe TEMAS TRATADOS de la barra lateral izquierda.