22 de marzo de 2009

LAS CRÓNICAS DE UN ASUNTO CASI OLVIDADO. Parte 30.

CAPITULO VIII.
El regreso de Pan.

Sin dudarlo Andrés exigió a Gonzalo que le diera el teléfono de su jefe y el lunes siguiente quedó con Gamisans en el Bracafé, el auténtico, de la calle de Caspe. Al fondo, en una pequeña mesa estaba sentado el anticuario, con aire distraído, ausente del bullicio que reinaba en el concurrido local. Andrés se aproximó y Gamisans le miró cordial levantándose para estrecharle la mano con un apretón firme. No sabría decir el porqué, pero a Andrés ya no le pareció estar delante de un despistado mercachifle y percibía que toda aquella pose de Gamisans con su pajarita y su aire trasnochado podía ser una mera máscara, un disfraz para transitar por la vida con mayor comodidad.
-Estaba yo pensando en disfraces –le dijo con una media sonrisa.
-Pues no son aún los Carnavales, Profesor…
-Desde que Usted me hizo llegar aquel libro no me pasan más que cosas. Cosas raras –y añadió vehemente-, por ejemplo, empiezo a dudar que los árabes invadiesen nunca España. Y como la duda por lo visto me convierte en herético, ya no soy profesor en la Universidad.

Gamisans puso cara de perplejidad un tanto fingida, pues no cabía duda de que si bien no estaba al caso de lo que concretamente había pasado, en cierto modo se lo esperaba.
-Créame que lo siento –dijo finalmente como dando el pésame-, y lamento que le haya tocado a Usted, pero es el precio que pagamos, el tributo, sí, a la intransigencia.
-He de deducir a todo esto que el Catedrático Usandizaga y Usted ya se conocían.
-Deduce Usted bien, Profesor, como casi siempre.
-Tienen Ustedes dos, digamos, viejas cuentas pendientes –añadió en tono quedo Andrés para redondear la deducción.
-Bueno, más bien él conmigo, pero aprovecho cualquier ocasión para recordarle que todavía existo. Y en cuanto a su trabajo no tiene de qué preocuparse – remachó-, va a tener otras cosas, sí, de las que preocuparse de verdad. Además su empleo en la Universidad era algo, una ocupación, que no le convenía en absoluto a un joven inteligente como es Usted, no.
-No entiendo…
- Mire allí detrás, aquella mesita al lado del ventanal que da a la calle.

En ella había dos tipos, con la cabeza rapada el uno, perfectamente peinado con la raya al lado cuidadosamente marcada, el otro. Los dos vestían cazadoras “bomber” iguales, de color azul oscuro sin insignias y sostuvieron la mirada de Andrés. Iban en cierto modo como uniformados y no tomaban café, que era por lo que la gente, en general, acudía a aquel local, con fama de servir el mejor café de Barcelona.
-¿Les conoce? ¿No? Pues han venido con Usted.
-¿Qué me han seguido? -Andrés estaba alarmado, en cambio el Sr. Gamisans parecía no perder la calma.- Ya tiene un empleo, bien pagado y a tiempo completo, Profesor: sobrevivir.


(continuará...)

*Si lo deseas, puedes leer por orden de aparición las partes anteriores publicadas de la novela, seleccionando "El e-book de Historia por Resolver" bajo el epígrafe TEMAS TRATADOS de la barra lateral izquierda.

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