7 de marzo de 2010

LAS CRÓNICAS DE UN ASUNTO CASI OLVIDADO. Parte 35.

(sigue...)  
-En cuanto cobramos notoriedad empezamos a recibir primero, amenazas. Luego sucedieron cosas bastante peores, nos llevamos alguna paliza, a un colega le quemaron la moto. Finalmente tuve que dejar mis estudios y refugiarme en las antigüedades buscando protección en el negocio de mi padre, pues por ese camino no iba a ir a ninguna parte y a mi no me interesaba ningún otro –contestó Gamisans con un cierto deje de tristeza-. Algunos libros desaparecieron silenciosamente de las estanterías de los libreros y de los catálogos de las editoriales, hasta que nadie más los recordó y dejaron de interesar.
-¿Y ahora? –preguntó Gonzalo un tanto compungido.
-Pues que probablemente volveremos a afrontar los peligros del pasado –contestó lacónico Gamisans-. Para terminar respondiendo a su pregunta, Profesor –clavó sus ojos serenos en Andrés-, el Pan de ahora, es el de hace veinte años. Férreo guardián de la ortodoxia histórica sin fisuras, inculcada a sangre y fuego si es necesario. Y no es otro que su jefe de Departamento, el Catedrático Usandizaga. Su merecida y siniestra fama justifica que utilice como apodo el de aquel que dio nombre al miedo pánico.
Para terminar la explicación el Anticuario añadió:
-Nuestro común amigo Usandizaga ha estado siempre involucrado en política. Y en otros asuntos turbios. Tiene una buena posición, no sólo es Catedrático en la Universidad. Mantiene sus contactos y consigue financiación para sus actividades. Su escuadrón de leales aún sigue en funcionamiento y se ha ido renovando con jóvenes reclutas. Ya hemos conocido a algunos de ellos, las dos bestias pardas de la cafetería, por ejemplo.
-Y no debemos olvidar a nuestra amiga la Doctora Gaitán –repuso Gonzalo.
-Han caído sobre nosotros, sí, por eso tenemos problemas. Y no duden que vendrán más.
Andrés se sentó en una de las sillas. Se sentía abatido. Cogió el vasito de whiskey que esperaba reservado para él junto a la botella bellamente torneada y se lo tomó de un golpe, como un vaquero traicionado. Por fin se cerraba un círculo. En su mente surgió una imagen que un día viera en un libro de Alquimia. En ella había dos aves formando una suerte de oroborus, la de arriba pretendía volar con sus alas desplegadas. Sin embargo estaba firmemente unida a otra ave gemela, que boca abajo le lastraba y le impedía ascender.
-Si amamos la Historia como Ciencia, basada en la búsqueda de la verdad –apostilló Gamisans-, debemos estar dispuestos a afrontar los mayores sacrificios para desentrañar la tupida maraña del pasado.
-¡Incluso vencer “el pánico”! –exclamó Gonzalo que ahora había posado su mano sobre el respaldo de la silla de su gran amigo.
Sin embargo, Andrés intentaba reflexionar, llegar un punto más allá. Tras unos minutos en que todos guardaron silencio, preguntó:
-Mire, la verdad, no acabo de ver la relación con la política, es decir, de una cierta posición política con todo lo que me ha contado.
-Bueno, -repuso Gamisans, sonriendo ampliamente-, es que en el fondo no la tiene. En absoluto, ¡no! Y añadió:
-¡Me encanta su capacidad de análisis! –al Anticuario se le veía eufórico-. ¡Es que realmente no la hay, se trata de gente que está por encima de todo eso! Sencillamente utilizan la política para sus fines…para sus grandes objetivos a muy largo plazo. Dictadura, democracia, ¡es igual! Ellos piensan en periodos históricos…Sin duda no han oído hablar de él, de Jean Pierre de Lendoire; desarrolló una interesante teoría sobre la manipulación de la Historia, que muy pocos conocen.
Andrés y Gonzalo se miraban, esperando leer en las pupilas del otro en qué iba acabar todo aquel enredo.
-Sus seguidores se dedican a llevarla a la práctica, sí…son miembros de una Logia, es como su religión. Fanáticos, sí.
-¿Y quién demonios era ese tipo, si puede saberse? –Gonzalo nunca hubiera pensado que la Historia en boca de Gamisans pudiera llegar a tener unos pliegues tan emocionantes y estaba realmente intrigado.
-Pues un teniente de Húsares de los ejércitos de Napoleón. Vivió la revolución francesa, participó en el asedio de Gerona. Y se quedó.
-¿Que se quedó? ¿En España? ¿Pero y qué?
-Pues que pensaba que la Historia puede crearse, versionarse, inculcarse. Diseñarse, diríamos hoy. Eliminar aquello que no interesa y añadir los renglones necesarios. Y sobre todo utilizarse para unos fines. Pero otro día les hablaré de él con más detenimiento, si el Profesor y Usted, Gonzalo, todavía quieren escuchar mis rollos, claro. Les aseguro que esos tipos, cuando hablan de Historia, no bromean en absoluto y que todo empezó a principios del siglo XIX con ese soldado de Napoleón.
*Si lo deseas, puedes leer por orden de aparición las partes anteriores publicadas de la novela, seleccionando "Las crónicas de un asunto casi olvidado" bajo el epígrafe TEMAS TRATADOS de la barra lateral izquierda.

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