4 de abril de 2010

LAS CRÓNICAS DE UN ASUNTO CASI OLVIDADO. Parte 37.

(sigue...)
-¡No, por supuesto que no debes hacer volver al mensajero! –dijo Oppas vehemente-, no juegues conmigo, ni te hagas el ingenuo, Shimón. Sé que entiendes perfectamente lo que estoy tramando. Seguimos necesitando que Táric nos haga de cebo y la vez su furia será nuestro martillo. Se alzará de todos modos, nunca tragó a Róderic y se odian profundamente.
-Pero, ¿conoce Táric la totalidad de tu plan? ¿Cómo reaccionará cuando sepa que te has unido al partido de Róderic? ¡Se sentirá traicionado! –Shimón persistía en sus dudas.
-El que sabe construye callando –enunció el Obispo-. Una vez que Táric se declare abiertamente en rebeldía y pase con sus tropas a la Bética ya no habrá vuelta atrás. Y Róderic querrá escarmentarle. En ese momento habrá mordido el anzuelo.
El Obispo tomó una pasta de almendra del platillo que compartían los dos personajes sentados en mullidos cojines sobre el suelo de la buhardilla y la masticó lentamente, degustándola. Luego cogió su copa y tomó un sorbo de vino endulzado con miel. Conocía que al enemigo se le vence antes de golpearle y para ello debía ganarse su confianza para obtener así una oportunidad de oro. Una finta que frenaría el ataque de Róderic y abriría una brecha en sus defensas. Confundir y confiar para golpear después. Ese era en resumidas cuentas su plan.     
-Debes dirigirte esta misma noche al campamento de Róderic –ordenó Oppas.
-Podría ofrecerle entregarte en sus manos para que pudiera decapitarte…
-Por si acaso cuando regreses ya no estaré en tu casa –contestó Oppas con una sonrisa pícara, aunque el Rabino estaba seguro de que no bromeaba-. Comprenderás que no puedo fiarme de individuos como tú. Al usurpador de Róderic le ofrecerás mejor pasarme a sus filas con todo mi ejército y el de mis partidarios, tal y como te he dicho.
Y añadió mirando a Shimón con fiereza, fijamente a los ojos:
-Por la cuenta que te trae a ti y a los tuyos, Rabino. No tengo ya nada que perder y quizás yo represente vuestra última oportunidad de supervivencia en este reino maldito donde los monarcas se imponen por la fuerza de las armas y las leyes las dictan los Obispos a golpe de báculo. De otro modo siempre estaréis rodeados de gentes que desean exterminaros.
-¿Y luego?
-Cuando se presente la ocasión de la batalla, mis partidarios y yo abandonaremos el campo, uniendo nuestras fuerzas a las de Táric. Así es como se escribirá el final de Róderic. Es todo lo que necesitas saber por ahora.


FIN


*Si lo deseas, puedes leer por orden de aparición las partes anteriores publicadas de la novela, seleccionando "Las crónicas de un asunto casi olvidado" bajo el epígrafe TEMAS TRATADOS de la barra lateral izquierda.