Hace
muchos, pero que muchos años, recuerdo que me compre una camisa. Era
una camisa de cuadros de colores vivos y de un algodón que resultó
muy bueno: casi no requería plancha. Pero lo más sorprendente de
todo era que esa camisa venía ¡de la India!
Hoy
en día, como unos veinte años después, que la ropa que compremos
venga de cualquier lugar remoto del mundo, es de lo más habitual:
las fábricas textiles que no hace mucho estaban emplazadas en
Europa, han emigrado, se han deslocalizado. Y ahora como hace
trescientos años, las manufacturas textiles asiáticas, inundan de
nuevo los mercados europeos y al igual que entonces, muchos, a la
desesperada, claman por la creación de aranceles y otras medidas
proteccionistas.
A
todo esto, veréis que nuestra memoria es muy corta, pues esta
situación no es más que la continuación de una vieja historia, que
demuestra una vez más que el mundo es redondo, y que con todo lo que
está pasando, conviene recordar.
El
lujo asiático que venía de la India:
Desde la Antigüedad existía un intenso intercambio comercial entre Europa y los puertos del sur de la India. De allí llegaban, en complicadas etapas por mar y tierra en las que multiplicaban muchas veces su valor, preciados bienes de lujo (especias, tejidos de seda o algodón) que se intercambiaban por otros bienes (vino, metales, perfumes) que primero griegos y más tarde romanos llevaban a cambio hasta aquellos exóticos emporios.
Desde la Antigüedad existía un intenso intercambio comercial entre Europa y los puertos del sur de la India. De allí llegaban, en complicadas etapas por mar y tierra en las que multiplicaban muchas veces su valor, preciados bienes de lujo (especias, tejidos de seda o algodón) que se intercambiaban por otros bienes (vino, metales, perfumes) que primero griegos y más tarde romanos llevaban a cambio hasta aquellos exóticos emporios.
Sin
embargo, el balance comercial, se dice, era beneficioso para estos
últimos y la diferencia, los hindúes, se la hacían pagar en
metales preciosos.
El
Imperio Romano, ansioso de los lujosos productos que venían de Asia,
se desangraría en oro y plata a favor de estos emporios comerciales,
generando un inflación que finalmente debilitaría progresivamente
la economía y el Estado Romano mucho más que las incursiones y las
depredaciones de los bárbaros.
La
edad oscura del comercio con la India:
Con el advenimiento del Islam a partir del siglo VII d.C., las rutas comerciales, tanto marítimas como terrestres entre Europa y el subcontinente indio quedarían en manos de los árabes y no sería hasta el viaje del portugués Vasco de Gama en 1498, que tuvo que circunnavegar toda África para romper el candado islámico, que los mercaderes europeos no podrían llegar directamente hasta los muñidores de los ansiados productos.
Con el advenimiento del Islam a partir del siglo VII d.C., las rutas comerciales, tanto marítimas como terrestres entre Europa y el subcontinente indio quedarían en manos de los árabes y no sería hasta el viaje del portugués Vasco de Gama en 1498, que tuvo que circunnavegar toda África para romper el candado islámico, que los mercaderes europeos no podrían llegar directamente hasta los muñidores de los ansiados productos.
A
través de este bypass contactando directamente de nuevo con
los puertos de la India, verdaderos hubs logísticos como los
de hoy en día, tanto unos como otros esperaban hacer grandes
beneficios.
Y
de hecho al principio fue así, a pesar de que para asegurárselos,
Portugal tuvo que establecer todo un rosario de fortalezas a lo largo
de la ruta marítima y arrinconar a cañonazos a los competidores
árabes que ya no serían más una molestia.
Los
árabes, mogoles, persas y otomanos, verían así mermada su
participación en este lucrativo tráfico, así como su beneficio. En
el siglo XVI Europa se estaba convirtiendo en el centro del mundo, a
ella llegaban toneladas de metales preciosos fruto del saqueo de sus
recién adquiridos dominios en el Nuevo Mundo. Desde que los romanos
dilapidaron su fortuna, estos habían sido bien escasos: los europeos
habían quedado empobrecidos durante largos siglos. Además, ahora,
su tecnología les daba una ventaja competitiva que se traducía en
mejores barcos y mejores armas para hacer respetar sus intereses en
todos los mares del mundo. He aquí el verdadero inicio de la
globalización.
Sólo
había una cosa que nunca había cambiado: siempre, desde la noche de
los tiempos, los mercaderes indios habían tenido la sartén por el
mango, mantuvieron la producción de sus manufacturas, en particular
de los tejidos, y por lo tanto se quedaban con la parte del león de
los beneficios comerciales.
Sin
embargo, siguiendo la estela de los portugueses, al igual que las
ratas en los barcos, llegaron al Lejano Oriente algunos otros
indeseables competidores europeos. Unos en particular, los británicos
de la East India Company, serían los que acabarían por
cambiar radicalmente el escenario.
Para saber más (y mejor):
*History of Crafts, Manufacturing and Trade in the Indian Subcontinent, http://jigyasa0.tripod.com/trade.html
*From Trade to Colonization - Historic Dynamics of the East India Companies: http://india_resource.tripod.com/eastindia.html
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