10 de noviembre de 2009

Paseo por la suciedad y la historia de las letrinas de la corrupción.

Aviso de antemano que este va a ser un post muy sucio pues vamos a hablar literalmente de la porquería.

Y quisiera comenzar por algo que como no resulta tan obvio, no está de más decirlo, escribirlo y hasta explicarlo: la falta de higiene y de servicios sanitarios –sistemas de alcantarillado para evacuar y alejar las aguas fecales, y ante todo, retretes, aunque se trate de un simple agujero en el suelo en un lugar apartado-, matan más personas en los países en desarrollo que enfermedades tan renombradas como la malaria o el sida.
Sobre todo niños, incapaces de superar una vulgar diarrea por falta, primero de la higiene más básica y después de la atención médica mínima imprescindible para neutralizar una trivial infección intestinal. ¡Hoy en día mueren más niños por diarreas en el mundo, que personas en las guerras! Y esto es así, no tanto por la falta de agua potable o de medicamentos, sino básicamente por vivir rodeados de excrementos humanos, que acaban por infectar el agua y los alimentos que se consumen.
Un porcentaje sorprendentemente alto de la población mundial carece de cualquier tipo de letrina o similar, y algo tan sencillo de solucionar aumentaría la esperanza de vida y limitaría mucho la mortalidad infantil en los países más desfavorecidos del planeta.
El hecho de que esto suceda ya implica en sí un alto grado de corrupción.
Dicho esto con la mayor seriedad, arremetamos ahora contra la suciedad de por aquí cerca.


En nuestro entorno cultural, podemos afirmar que la Historia de los retretes es larga y azarosa, ya que de algún modo, desde tiempos muy antiguos se tuvo bien clara la necesidad de mantener el problema alejado, aunque tan sólo fuera de nuestras narices.
Supongo que con el advenimiento de lo que conocemos como civilización, estas, las narices, se volvieron más sensibles y bien pronto se pusieron manos a la obra para atajar el problema. Y es aquí donde hablaríamos de obras, de obras públicas –con comisión de por medio o no-, ya que el diseño, construcción y mantenimiento de sistemas de saneamiento integrales, desde el suministro y canalización del agua necesaria, pasando por –debajo de- las letrinas, hasta llegar a las cloacas y alcantarillas, ha de entrar en el campo de interés de la arqueología en pie de igualdad con las murallas, templos y anfiteatros.
Y también en el campo de la economía y de los buenos negocios.


Sin ir más lejos, Roma deja de ser una aldea como otra cualquiera en el momento en que sus reyes de entonces dejan de ser tan sólo meros sacerdotes y jefes militares y se convierten en constructores de puentes, murallas y sobre todo cloacas. La conocida como cloaca máxima fue construida por Tarquinio el Viejo en el s. VI a.C. y puso a la futura metrópoli en situación de ser una ciudad populosa desde la que se pudiera gobernar, comerciar y sobre todo respirar.
Así, no sé si podríamos afirmar que el Imperio se originó en las cloacas, pero sí que las cloacas fueron una condición sine qua non para que un Imperio civilizador como fue el romano pudiera llegar a existir. Se habla mucho de los baños romanos, pero se olvidan casi siempre las letrinas.


Yo, que entiendo el acto de…, bueno, Uds. ya me comprenden, como algo muy personal, que sólo puede ser llevado a cabo a solas con uno mismo, me sentí muy impactado cuando supe de la existencia de las letrinas públicas romanas. Incluso una vez pude asomarme a uno de esos recintos en lo mucho que aún queda de las ruinas de la antigua ciudad de Efeso, en la actual Turquía. Fue un viaje aquel, a Turquía, interesante, apasionante, y lleno de sobresaltos, también.
Esas letrinas comunitarias eran generalmente de pago y existían en todas las urbes del Imperio. De su limpieza tenían cuidado esclavos y libertos contratados ex profeso. A ellas acudían los ciudadanos a sentarse allí los unos con los otros, como en un salón y durante el propio acto de evacuar aprovechaban para conversar y debatir sobre temas de actualidad, política, e incluso para cerrar algún que otro negocio. No cabe decir que entonces como ahora, de juntar la política con los negocios pueden devenir ciertas corruptelas así que ¡qué mejor lugar para camuflar los malos efluvios que desprende la corrupción de la res publica que las ya de por si perfumadas letrinas!


En la Hispania de hoy en día mantenemos la fea costumbre de juntar política con negocios, puede que heredada de nuestros antepasados romanos y de más allá. A Roma debemos mucho de lo mejor y de lo peor de nuestra sociedad, de nuestras leyes y de nuestras costumbres.
Del bien planificado urbanismo romano y de la historia posterior de las ciudades en Europa (Londres, por ejemplo, fue una trampa mortal para muchos de sus habitantes hasta bien entrado en el S. XIX) podemos deducir que a partir de un cierto umbral de población, una ciudad es inhabitable y hasta peligrosamente insalubre si carece de retretes, de una red de alcantarillas adecuadas y si sus habitantes no observan unas costumbres higiénicas mínimas.
Y así mismo, a partir de un cierto umbral de corrupción una sociedad es inviable, su sistema político insostenible, y el ambiente puede llegar a hacerse irrespirable.


El Emperador Vespasiano opinaba que el dinero –que él ganaba en abundancia gracias a los impuestos que cobraba por las letrinas públicas- no olía a nada, yo sin embargo pienso que cierto dinero huele pero que muy mal. ¡Sic olet!



Publicado en Sta. Coloma de Gramanet, en la Provincia Tarraconense de Hispania, desde una biblioteca pública, construida con el dinero de nuestros impuestos que no nos robaron aquellos ladrones.






Para saber más (y mejor):
*TURNER 8P, Examinando lo innombrable, un estudio de la defecación, sobre el libro de Rose George: La mayor necesidad. Un paseo por las cloacas del mundo.

20 de septiembre de 2009

LAS CRÓNICAS DE UN ASUNTO CASI OLVIDADO. Parte 34.

(sigue...)

-¡Déjese ya de lecciones de historia que no necesitamos! –estalló Andrés.
-Tranquilo, todos necesitamos de las lecciones de la Historia, incluso Usted Profesor…
-¡Deje de llamarme “profesor”, ya no soy profesor de nada, creo que en gran parte gracias a Usted!
-Mire, no busque culpables y escúcheme bien –Gamisans volvió a dar un trago, pretendía sin duda continuar su encíclica-. Los problemas no nos los trae nadie, sencillamente vienen, sí. Déjeme que vaya explicando, permítame, por favor continuar.
-El caso es que aquellos fueron unos tiempos que pudieron ser, sí, ciertamente maravillosos –prosiguió-, en que con los nuevos aires, también entraron vientos de renovación en lo que denominamos investigación histórica –Gamisans no podía evitar mostrarse un tanto pedante, pero lo cierto es que iba poco a poco captando el interés de su pequeña audiencia, hubiera sido un magnífico profesor, pensó Andrés-. Materialismo Histórico, Nueva Historia, Historia de la Ideas, Historia del Clima, -enumeró Gamisans como recordando-, todo ello acabó por hacer que muchos, profesores y estudiantes, comenzáramos a poner en duda algunas cosas tal y como habían sido siempre enseñadas y nos íbamos dando cuenta que algunas no resistirían un trabajo de análisis serio y detallado utilizando las nuevas herramientas que ahora la vieja Historia tenía a su disposición.
-Uno de los que a buen seguro planteó dudas a fondo tuvo que ser el Profesor Olagüe, –Gonzalo estaba intrigado y permanecía en pie, atendiendo, cruzado de brazos.
-Sí, y pronto pretendimos seguir su senda algunos otros. Como Ustedes han podido leer en el libro, una de las claves que podría desvelar muchos enigmas sobre el fulminante final del Reino Visigodo y sus consecuencias, gira en torno a la desaparición de las actas del Concilio XVIII de Toledo que tuvo lugar durante el reinado de Witiza. Todas las anteriores han sido conservadas a través de las tribulaciones de lo siglos, excepto precisamente las de este Concilio, en el cuál se sospecha que este rey hubo de dar la espalda al catolicismo, deshaciendo el contubernio con la Iglesia para volver a abrazar, quizás, la religión arriana.

Gamisans tomó aire y bebió una vez más, apurando su vaso. Sin soltarlo caminó hasta situarse al otro lado de la mesa, donde permanecían a pie derecho, plantados, sus improvisados alumnos y apoyándose en ella continuó:
-Hallarlas podría aclarar mucho sobre las interesadas relaciones entre la Iglesia y el Estado, que han perdurado hasta nuestros días y ayudarían a entender si fue por una lucha de ideales o por una invasión, que el Reino de los Visigodos en España fue borrado de un plumazo de la Historia.
-Mitos como el de la invasión árabe, la imposición del Islam por el filo de la espada y la propia Reconquista, columna vertebral de nuestra Historia nacional, se podrían venir abajo –intervino por fin Andrés, pensativo.
-El caso es que unos cuantos ingenuamente montamos un grupo de estudio para abordar el tema, el Grupo 18.-¿Y qué pasó? –Gonzalo estaba emocionado con todo lo que su jefe estaba explicando, nunca lo hubiera pensado de él.


*Si lo deseas, puedes leer por orden de aparición las partes anteriores publicadas de la novela, seleccionando "Las crónicas de un asunto casi olvidado" bajo el epígrafe TEMAS TRATADOS de la barra lateral izquierda.

22 de agosto de 2009

Santa Coloma, barrio del Fondo: la resurrección de Al-Andalus.

Aguamanil, bronce, S.X. Museo del Louvre.
 
Por unos días he regresado a casa de mi Madre, en Sta. Coloma de Gramanet. Esta mañana, mientras desayunaba, estuve ojeando el tomo nº 10 de La España románica, escrito por Jacques de Fontaine hace ya más de treinta años y dedicado al arte mozárabe, de tan difícil definición y acotación.
En el interesante capitulo dedicado a las artes menores, puede palparse el movimiento de los objetos, las técnicas, y las ideas a través de unas fronteras permeables que iban desde la lejana Persia hasta llegar a la muy medieval Europa del siglo X, recorriendo por tierra y por mar los tres continentes del Viejo Mundo.
Y a Poniente, la estación final de todas las rutas era Al-Andalus.
De uso cotidiano o de lujo, telas, arquetas de marfil, aguamaniles de bronce…, hoy se exponen a nuestra vista en museos como el de la Colegiata de San Isidoro de León, o en el mismísimo Louvre. Entraban en los países cristianos a través de las arterias del comercio o la rapiña de la guerra. De lo más curioso es constatar que en el trayecto, trastocado el entorno cultural y religioso, objetos de tocador cordobeses hubiesen sido utilizados como ornatos litúrgicos en alguna iglesia de algún monasterio perdido.



Pues bueno, no es que se encuentre nada mozárabe, ni tan siquiera románico, en la populosa ciudad de Santa Coloma de hoy en día, pero a unos diez minutos escasos de mi tardío desayuno he podido trasladarme mil años en el tiempo. He podido caminar por la resurrección de Al-Andalus en pleno siglo XXI. Con la misma sensación que pudiera sentir un predicador nestoriano o un comerciante varego en un zoco de la Ruta de la Seda, he merodeado, sintiéndome extranjero en un mundo lleno de colores, objetos, y lenguajes exóticos.
En el barrio del Fondo hoy conviven y sobre todo comercian, junto con los españoles meridionales de antaño (de remoto origen califal), chinos de todas las razas del lejano Oriente, todas las etnias del sub-continente indio desde Pakistán a Bangladesh (sin olvidar, por supuesto a nuestros gitanos) y gentes de todo el ancho Magreb y de más allá.
En tienduchas totalmente rotuladas en chino pueden encontrarse los últimos modelos de teléfonos móviles o de ordenadores compactos, que se venden en un totum revolutum junto con revistas y comics manga y con quién sabe qué otras cosas que pudieran salir de las siempre atestadas trastiendas. La verdad es que llegan a poder hacerse buenos negocios, pues en una de estas, una vez vencida la timidez inicial para penetrar en tan arcano mundo, pude encontrar una batería para mi viejo móvil imposible de conseguir.


Y hablando de chinos, también se dan procesos de transmutación cultural curiosos, trastocado asimismo, el entorno cultural y religioso, como decíamos más arriba. Y el fenómeno acontece por toda la jurisdicción de los Condes de Barcelona, y ocurre en lugares tan triviales como son los bares. Los bares de toda la vida, donde se sirven las mismas cervezas y los mismos vinos, e incluso las mismas tapas. Donde se juegan las mismas eternas partidas de dominó y de cartas. Con el mismo olor a tabaco y a fritanga rebozada (por cierto no olvidemos la tempura), sin cambiar ni siquiera una silla ni descolgar un cuadro, ahora han sido comprados y son atendidos por ¡chinos!, que los mantienen y los continúan tal cual estaban.


Seguramente han dado por saturado el nicho comercial de los restaurantes de comida china, la mayoría sospechosamente vacíos y van tomando posiciones en este nuevo negocio según los antiguos propietarios se van jubilando. Y lo bueno es que a los clientes no parece importarles en absoluto, pues son los mismos paisanos de siempre.
¡Cómo han cambiado la cosas!, en mi niñez el único oriental que podías ver por aquí era mi profesor coreano de taekwon-do, el señor Lee.
Llevaba tiempo con la pluma seca, y la verdad es que paseando por ese bazar me ha vuelto a entrar la emoción de escribir.









Quizás le interese leer también en este blog:
La verdadera destreza. La aportación española a la Historia de las artes marciales:

5 de julio de 2009

LAS CRÓNICAS DE UN ASUNTO CASI OLVIDADO. Parte 33.

(sigue...)

Andrés permanecía de pie, frente a él con los brazos en jarras, mirando fijamente a Gamisans, ofendido y a la espera. La pregunta era obvia, quiso saber primero quién demonios era Pan, en cuyo nombre ya le habían pegado. Estaba indignado. Para poder explicarlo Gamisans tuvo que contarles una historia que se remontaba más de veinte años atrás:

“Pan, como seguramente Ustedes ya saben, es el fauno del pánico. Las viejas leyendas clásicas dicen que infundía un miedo tal a los rebaños y a los propios pastores, un miedo tan atroz e incontrolable, que podía llevarlos a la locura. Muchos evitaban tan siquiera acercarse por las inmediaciones de ciertos bosques de Arcadia porque sabían que allí, en la umbría oscura, no sólo habitaban las fieras salvajes con las que podían enfrentarse y vencer, sino algo mucho peor. Con su sola presencia, un fauno infundía el terror. Y no en vano el cristianismo, sincrético, acabó modelando el retrato que debía tener el mismísimo diablo, con el aspecto de un fauno. Esto tiene mucho que ver con el libro –añadió-, con nuestro libro y con la intransigencia. Porque, ¿saben Ustedes?, el mejor antídoto para mantener a raya la búsqueda de la belleza que mora en la verdad y que es hija de la duda no es otro…”

-Que el miedo –interrumpió Gonzalo.

El anticuario asintió, levantando su vaso, haciendo un brindis al aire en dirección a Gonzalo y se lo acercó a los labios bebiendo un sorbo corto. No lo tragó de inmediato, sino que dejó el licor unos instantes sobre su lengua, permitiendo que los aromas le penetrasen el paladar filtrándose por la nariz hasta lo más recóndito, hasta lo más básico del cerebro, donde también residen los miedos. Quizás para adormecerlos.

-¿Y el Pan de ahora? –preguntó Andrés, ahora impaciente y a punto de perder los nervios con la errática disertación del Anticuario.

Gamisans les ofreció los vasos antes de continuar. Andrés no lo cogió.-El Pan de ahora es un dios Pan de hace veinte años, un diosecillo ególatra y acomplejado. Era el sobrenombre que escogió alguien que por aquel entonces no era más que lo que se denominaba un jefe de batallón de cierto sindicato de estudiantes. En aquella época, y ya saben de que época les hablo, el mundo político y social en España se mostraba un tanto, revuelto. Había gente que intentaba imponer sus pareceres con, digamos, violencia y esto, cómo no, se transmitió a la Universidad. Algunos pensaban que reprimiendo las ideas de los demás, rompiendo las cabezas de quienes las albergaban, podían perpetuar eternamente un estado de cosas que había durado demasiado. Tanto como la larga vida de un dictador que al fin y al cabo murió tranquilamente en su cama con todas las bendiciones.


*Si lo deseas, puedes leer por orden de aparición las partes anteriores publicadas de la novela, seleccionando "Las crónicas de un asunto casi olvidado" bajo el epígrafe TEMAS TRATADOS de la barra lateral izquierda.

14 de junio de 2009

LAS CRÓNICAS DE UN ASUNTO CASI OLVIDADO. Parte 32.

(sigue...)

Gamisans ayudó a incorporarse al dolorido y humillado Andrés, que enmudecido en su tribulación sólo pudo mirar al anticuario como culpabilizándole de todo lo que le estaba sucediendo. Un camarero acudió a interesarse por su estado, ofreciéndoles ayuda. Cuando por fin se fueron, atreviéndose a salir a la calle una vez seguros de que aquellos dos gorilas no les esperaban fuera, decidieron ir a la tienda, donde estaba Gonzalo, no tanto porque fuera un lugar más seguro sino porqué ya no había razón tomar tantas precauciones una vez que ya habían dado con ellos. Andrés no entendía esto muy bien. Pareciera como si Gamisans no temiera a los golpes que pudieran propinarles, sino más bien a las palabras que ya les habían dicho. El recado ya les había sido dado y eso ya no tenía solución. Tan solo faltaba esperar a que Andrés le hiciera la pregunta que sin duda iba a hacerle y qué mejor lugar que la trastienda, para contar una historia que hacía tiempo que el Anticuario estaba deseando explicar a alguien.


Gonzalo vio llegar a la pareja. Por la cara seria que traía su amigo, que se sujetaba un pañuelo rojo de sangre en la barbilla, sabía que había pasado algo y cuando vio que Gamisans bajaba la persiana de la tienda cuando aún faltaban dos horas para cerrar, cosa inédita, comprendió que algo, efectivamente, algo, había ya pasado.
-¡Por fin! –exclamó, poniéndose en pie y acercándose a Andrés haciendo grandes aspavientos-. Bueno, no quiero decir que me alegre, es decir, que ya veía yo venir que esto pasaría, hombre… -intentó aclarar sin demasiado éxito a un ofendido Andrés, traicionado en su excitación porque de una vez por todas empezaba la acción-, ¡Es igual, joder! ¿Pero quién te ha pegado?

Tanto Gamisans como Andrés obviaron contestarle y pasaron todos a la trastienda. Allí había una mesa rectangular de madera oscura mal barnizada, vieja, pero no lo bastante antigua como para merecer figurar en el catálogo de objetos a la venta. En la Galería Gamisans no se vendía nada que no tuviera por lo menos cien años demostrables. El anticuario abrió una alacena y dispuso encima de la mesa una botella mediada de su mejor whiskey irlandés “single malt” y tres vasitos, que colocó cuidadosamente junto a ésta en el centro. Ceremonioso, como si preparara una misa en latín, llenó los vasos, rebajando el licor de un color de miel pálida con un poquito de agua mineral muy fría de una botella que guardaba en una neverita estilo años 50. Se apoyó sobre la mesa, trasfigurada en altar, posando las palmas de sus manos. Miró a Andrés y a Gonzalo y dirigiéndose a ellos dijo:

-Supongo que llegado a este punto, en que ya ha corrido un poco de sangre, Ustedes estarán esperando una explicación. Querrán conocer, más bien entender, en qué están metidos ¿no?



*Si lo deseas, puedes leer por orden de aparición las partes anteriores publicadas de la novela, seleccionando "Las crónicas de un asunto casi olvidado" bajo el epígrafe TEMAS TRATADOS de la barra lateral izquierda.

24 de mayo de 2009

LAS CRÓNICAS DE UN ASUNTO CASI OLVIDADO. Parte 31.

(sigue...)

En ese instante, sin dejar de sonreír, el repeinado de la pareja se levantó para aproximarse a grandes zancadas a la mesa que ocupaban Gamisans y Andrés. Tomó asiento entre los dos mirándoles con desdén. El anticuario pareció ponerse tenso y dejó de juguetear con la cucharilla dentro de la taza para atender al recién llegado. Éste mascaba chicle de manera ostentosa, enseñando unos dientes muy blancos, de apariencia perfecta. Puso sus manazas sobre la mesa, entrelazando los dedos. Era un joven alto, de aspecto atlético y bien parecido. Su mirada, sus gestos, denotaban un carácter violento, a duras penas contenido. Seguramente habían estado siguiendo a Andrés, controlándole hasta llegar a Gamisans. El Anticuario, por su parte, había estado tomando sus precauciones, desapareciendo durante las últimas semanas de los únicos lugares de Barcelona donde podía ser ubicado: su domicilio y la tienda de antigüedades. Pero nadie puede esconderse eternamente de quien desea realmente encontrarle y tiene los medios para hacerlo.
El matón inclinó su torso sobre la mesa aproximando su cara a Gamisans.
-Tengo un mensaje para ti, payaso –dijo a media voz, y añadió-, “El gran Dios Pan, el fauno solitario, ha vuelto”.
Dejó la frase flotando en el aire, cuyo significado sin duda no comprendía, al igual que Andrés que observaba estupefacto la escena. Gamisans en cambio, sí que lo entendió, pero no contestó nada, tan solo hizo una mueca dirigida a sí mismo. El tipo se tiró hacia atrás, satisfecho, apoyando su espalda en el respaldo de la silla como descansando, dominando la situación desde su improvisado trono. Ahora era a Andrés a quien miraba.
El anticuario viendo que el siguiente objetivo podía ser Andrés, al que por su expresión un tanto aterrorizada suponía no acostumbrado a semejantes situaciones, decidió intentar atraer de nuevo sobre sí mismo la atención del mensajero.
-Oiga –le dijo en un tono impertinente-, me tiene que dar Usted la dirección de su odontólogo. ¡Qué bien trabaja! Sin duda le debieron partir a Usted la cara alguna vez rompiéndole todos los dientes. Ciertamente que hizo un buen trabajo, sí.

El rapado, se había puesto ahora de pie en el pasillo, tras Andrés, bloqueando el paso. En ese momento, el otro, con un gesto muy rápido movió su mano bajo la mesa cogiendo de repente a Andrés del paquete, pero mirando con odio rabioso a Gamisans. El Profesor emitió un aullido de dolor, sujetando en un movimiento reflejo la garra que le atenazaba sus partes, aunque sin resultado, viéndose arrastrado hacia el suelo por el agresor hasta caer de rodillas golpeando con su barbilla el borde de la mesa. En ese momento el individuo le soltó y poniéndose en pie masculló la palabra “payaso” clavando sus fieros ojos en Gamisans, con la promesa de que volverían a verse las caras. Salió sin más de la cafetería escoltado por su compañero, que miraba desafiante a la concurrencia con su cara de bulldog.
Nadie se atrevió a moverse.


*Si lo deseas, puedes leer por orden de aparición las partes anteriores publicadas de la novela, seleccionando "Las crónicas de un asunto casi olvidado" bajo el epígrafe TEMAS TRATADOS de la barra lateral izquierda.

3 de mayo de 2009

*La alquimia de las circunstancias: del honorable guerrero samurai al mafioso yakuza.


Hace unos días, en el último post, acabamos encontrando algunas curiosas conexiones históricas a los Ángeles del Infierno, que andan ahora mismo de actualidad por estos contornos, obligados a salir del oscuro Hades de sus negocios subterráneos. Descabalgados de sus vistosas motocicletas pudimos establecer relaciones históricas poco evidentes a cuenta de la inadaptación a la sociedad en tiempos de paz de los combatientes desmovilizados.
Para centrar brevemente el problema, esta vez recurro a la figura de Erich Fromm y cito de su –imprescindible- Psicoanálisis de la sociedad contemporánea:
Los individuos de una sociedad…, tienen que funcionar en el sentido requerido por el sistema social. […] la función del carácter social consiste en moldear y canalizar la energía humana dentro de una sociedad determinada a fin de que pueda seguir funcionando aquella sociedad.”
Podemos añadir que las sociedades no son inamovibles: evolucionan y cambian a lo largo del tiempo. Por eso algunos grupos sociales, muy adaptados a un determinado tipo de sociedad y cuyas habilidades y aptitudes fueron bien apreciadas en una época y/o en unas determinadas circunstancias, pueden llegar a quedar fuera de juego. Y por lo tanto, saltar de la épica caballeresca a estar literalmente fuera de la ley.
En general, acostumbra a sucederles esto a los veteranos de guerra una vez que esta concluye. Sobre todo cuanto más largo es el conflicto. En mi opinión, el mejor ejemplo de todo esto lo encontramos en el periplo histórico de los mismísimos samuráis japoneses.


LAS TRES FASES DE SU HISTORIA
Su presencia como guerreros de élite al servicio de sus señores –los daimyo-, define largos periodos de la Historia de Japón desde el siglo III de nuestra era. Sin embargo, su época de oro abarca desde el siglo XII hasta el siglo XVII.
El Japón medieval, fraccionado en pequeños feudos y en permanente estado de guerra civil, aupó a estos especialistas en el arte de la guerra, a las más altas instancias del poder, instaurando una serie de dictaduras militares, los shogunatos, cuyo poderío llegó a relegar el del propio Emperador. La última dinastía de shogunes –el poderoso clan Tokugawa-, conseguiría finalmente la unificación política y la paz entre los grandes señores, imponiéndose al resto de los clanes en el siglo XVII.


Paradójicamente, esta gran victoria sería el principio del fin de los samuráis. Desde ese momento los guerreros samuráis que paradójicamente habían sido el instrumento para conseguir el poder, pasarían a ser progresivamente cada vez más un estorbo y muchos, sobre todo los pertenecientes a los clanes derrotados, serían licenciados.
Puestos literalmente a las puertas de los castillos donde habían servido durante generaciones, acabarían convertidos en ronins, samuráis sin señor, obligados a llevar desde aquel momento una vida errante convertidos en espadachines de alquiler, buscavidas desempeñando mil oficios al filo de la ley.
Con el tiempo, perdidos definitivamente los escrúpulos, algunos acabarían formando bandas organizadas de delincuentes, que serían conocidas con el nombre de yakuzas: la peculiar y poderosa mafia japonesa.
El final definitivo de su historia como clase social llegó con el advenimiento de la Era Meiji y el fin del shogunato en el siglo XIX. Liquidados todos sus privilegios, incluso su peculiar tonsura, el chonmage, quedaría proscrita (*). Ante la presión de las potencias occidentales, Japón se modernizaba por decreto, y los samuráis, fosilizados caballeros del pasado medieval, iban a ser reemplazados por soldados, que como todos sabemos hoy, acabarían siendo proyectados al exterior como un tsunami, por el Imperio del Sol Naciente.
Ahora, sí, ya eran modernos, pero también ferozmente militaristas, fieles también a sus tradiciones. Habían copiado y hasta perfeccionado lo mejor y lo peor de nosotros, así que, ¡cuidado con lo que deseas!


De un modo o de otro, como samuráis, ronins o yakuzas, expertos en el arte de matar y sobre todo de morir, estos personajes han inspirado innumerables películas. Y como una imagen dice más que las quinientas palabras de media que suelo emplear en mis posts, os he traído aquí, como ejemplo, cuatro trailers de películas que muestran las tres fases de la transmutación inversa desde el dorado caballero, al oscuro ratero.
Las circunstancias lo son todo. ¡Sayonara!


¡SAMURÁIS!
Ran (1985), de Akira Kurosawa. En todo su apogeo:


¡RONINS!
Zatoichi (2003), de Takeshi Kitano.
Original película sobre un ronin ciego de finales del s.XIX, que lleva una vida errante, trabajando como masajista, pero que resulta ser un soberbio espadachín:


y por último ¡Yakuzas!
De esta fase os pongo dos trailers, el de Black Rain (1989) de Riddley Scott y con música de Hans Zimmer, fue lo primero que me vino a la mente:


Pero buscando algo más concreto, acabé descubriendo una causalidad curiosa: el actor que hace de policía japonés en esta película -Ken Takakura-, es el mismo que protagonizó Yakuza en 1974, una soberbia película, que había visto aunque tenía olvidada:


¡Las causalidades lo son todo!

Para saber más (y mejor):
*Yakuzas, mafia japonesa, http://www.taringa.net/posts/info/966681/Yakuzas,-mafia-japonesa.html 
*Shogunato Tokugawa, http://es.wikipedia.org/wiki/Clan_Tokugawa 
*El libro de los cinco anillos (o de las cinco esferas), de Miyamoto Musashi, obra clásica del bushido, escrita por el más famosos ronin de todos los tiempos.

(*) Sobre la prohibición del chonmage tenemos un curioso testimonio de primera mano en el libro de Gichin Funakoshi, Karate-do, mi camino: el fundador del kárate moderno, se tuvo que cortar su preciada coleta de samurai para poder ingresar en el cuerpo de maestros de escuela.

21 de abril de 2009

Ángeles del infierno en Barcelona, ¿pero quién demonios son estos tipos?


Podría decirse que hoy mismo la noticia se ha cruzado en mi camino. Iba yo esta mañana hacia mi trabajo en Barcelona (es evidente que con lo gano escribiendo en este blog, no podría vivir…), cuando ya llegando, me encuentro con un dispositivo policial como aquellos de las películas: la acera acordonada, guardias civiles con pasamontañas, dos camiones de bomberos… a las puertas de un local que sin duda estaba siendo registrado, ¡y hasta había cámaras de televisión!
Cuando, bastante sorprendido, llegué a la “ofi” le comente el inusual suceso a uno de mis compañeros; ya con sus orejas enchufadas a la radio de su teléfono móvil me dijo que por lo visto estaban desarticulando una banda de extorsionadores. Y al poco me preguntó si sabía yo quienes eran los Hells Angels. Los ángeles del infierno, humm…, menudos individuos, -respondí- y al punto se me disparó la memoria histórica.



¿QUIÉNES SON?
No siendo bien conocidos los inicios históricos de este grupo, y diversas las opiniones tanto sobre la fecha, motivos, como el lugar exacto de su fundación, lo único que parece estar claro es que los Ángeles del infierno nacieron como grupo definido, en California, hacia finales de 1940.
De cara al exterior, se les supone un club de moteros, pues para poder ingresar es condición ineludible el poseer y poder conducir una motocicleta Harley Davidson y sólo después de un largo y minucioso proceso de evaluación, podríamos decir que el novicio va alcanzado el status de mayor rango y se le permite finalmente lucir el parche oficial que podéis ver aquí:



Otras dos cosas parecen también estar claras sobre los Ángeles del infierno:
Una, su implicación en disturbios violentos y actos delictivos desde sus inicios, por lo que se les considera en muchos países por los que se hayan extendidos, un peligroso grupo de delincuentes organizados.
Y otra que a mí, personalmente, me llama poderosamente la atención, y es que muchos de sus primeros componentes y organizadores fueron veteranos de guerra.
Algunas unidades militares, principalmente escuadrones aéreos y grupos aerotransportados, con reputación de ser los más duros, ya se autodenominaban Hells Angels durante las dos guerras mundiales.
En el caso que nos ocupa, parece ser que al acabar la II Guerra Mundial, algunos, unos pocos veteranos, una vez licenciados, no supieron reintegrarse bien a una sociedad que ahora les demandaba su reincorporación a actividades productivas más pacíficas. Y gente emprendedora y sagaz como eran, acabaron por organizarse para unos negocios, de los habituales en este tipo de digamos, empresas. Y eso les permitió sin duda seguir de algún modo con el tipo de vida que sin duda les agradaba.



CONEXIONES HISTÓRICAS POCO EVIDENTES:
Todo esto nos lleva a hablar de un viejo problema, tan antiguo como son las guerras y nunca bien solventado ni siquiera en nuestros días. En aquellos países que han sufrido largos conflictos, muchos de cuyos participantes han hecho de la guerra su oficio (y su beneficio), antiguos combatientes inadaptados a su nueva situación, acaban formando grupos paramilitares y bandas de delincuentes. La lista es extensísima, tan solo en nuestros días: Congo, Angola, el Salvador, y en Europa los países envueltos en el conflicto balcánico de la antigua Yugoslavia.



Como ejemplos históricos de casos similares, en España, sin ir más lejos, podríamos mencionar a los guerrilleros y somatenes que se opusieron a la invasión napoleónica en el siglo XIX. Algunos fueron incorporados con mayor o menor rango al ejército regular, sin embargo otros que no quisieron retornar a sus antiguos oficios y ocupaciones, formaron grupos de bandidos o tomaron parte con las armas en la mano en las muchas disputas políticas que se cebaron en aquella convulsa España del siglo XIX.



Y tan lejos en el espacio como en el tiempo podríamos hablar de los samuráis japoneses. Pero esto lo dejo para un próximo post, que creo que será bastante cinematográfico.



Próximamente:
*La alquimia de las circunstancias: del honorable guerrero samurai al mafioso yakuza.
http://historia-por.blogspot.com.es/2009/05/la-alquimia-de-las-circunstancias-del.html

Para saber más (y mejor):
*HELLS ANGELS MOTORCYCLE CLUB, http://www.hells-angels.com/HISTORY.html
*HELLS ANGELS, http://en.wikipedia.org/wiki/Hells_Angels

12 de abril de 2009

Deslocalizaciones industriales de otros tiempos, el poco edificante caso de las manufacturas textiles indias: Los antecedentes remotos.


Hace muchos, pero que muchos años, recuerdo que me compre una camisa. Era una camisa de cuadros de colores vivos y de un algodón que resultó muy bueno: casi no requería plancha. Pero lo más sorprendente de todo era que esa camisa venía ¡de la India!
Hoy en día, como unos veinte años después, que la ropa que compremos venga de cualquier lugar remoto del mundo, es de lo más habitual: las fábricas textiles que no hace mucho estaban emplazadas en Europa, han emigrado, se han deslocalizado. Y ahora como hace trescientos años, las manufacturas textiles asiáticas, inundan de nuevo los mercados europeos y al igual que entonces, muchos, a la desesperada, claman por la creación de aranceles y otras medidas proteccionistas.


A todo esto, veréis que nuestra memoria es muy corta, pues esta situación no es más que la continuación de una vieja historia, que demuestra una vez más que el mundo es redondo, y que con todo lo que está pasando, conviene recordar.


El lujo asiático que venía de la India:
Desde la Antigüedad existía un intenso intercambio comercial entre Europa y los puertos del sur de la India. De allí llegaban, en complicadas etapas por mar y tierra en las que multiplicaban muchas veces su valor, preciados bienes de lujo (especias, tejidos de seda o algodón) que se intercambiaban por otros bienes (vino, metales, perfumes) que primero griegos y más tarde romanos llevaban a cambio hasta aquellos exóticos emporios.
Sin embargo, el balance comercial, se dice, era beneficioso para estos últimos y la diferencia, los hindúes, se la hacían pagar en metales preciosos.
El Imperio Romano, ansioso de los lujosos productos que venían de Asia, se desangraría en oro y plata a favor de estos emporios comerciales, generando un inflación que finalmente debilitaría progresivamente la economía y el Estado Romano mucho más que las incursiones y las depredaciones de los bárbaros.


La edad oscura del comercio con la India:
Con el advenimiento del Islam a partir del siglo VII d.C., las rutas comerciales, tanto marítimas como terrestres entre Europa y el subcontinente indio quedarían en manos de los árabes y no sería hasta el viaje del portugués Vasco de Gama en 1498, que tuvo que circunnavegar toda África para romper el candado islámico, que los mercaderes europeos no podrían llegar directamente hasta los muñidores de los ansiados productos.
A través de este bypass contactando directamente de nuevo con los puertos de la India, verdaderos hubs logísticos como los de hoy en día, tanto unos como otros esperaban hacer grandes beneficios.
Y de hecho al principio fue así, a pesar de que para asegurárselos, Portugal tuvo que establecer todo un rosario de fortalezas a lo largo de la ruta marítima y arrinconar a cañonazos a los competidores árabes que ya no serían más una molestia.


Los árabes, mogoles, persas y otomanos, verían así mermada su participación en este lucrativo tráfico, así como su beneficio. En el siglo XVI Europa se estaba convirtiendo en el centro del mundo, a ella llegaban toneladas de metales preciosos fruto del saqueo de sus recién adquiridos dominios en el Nuevo Mundo. Desde que los romanos dilapidaron su fortuna, estos habían sido bien escasos: los europeos habían quedado empobrecidos durante largos siglos. Además, ahora, su tecnología les daba una ventaja competitiva que se traducía en mejores barcos y mejores armas para hacer respetar sus intereses en todos los mares del mundo. He aquí el verdadero inicio de la globalización.


Sólo había una cosa que nunca había cambiado: siempre, desde la noche de los tiempos, los mercaderes indios habían tenido la sartén por el mango, mantuvieron la producción de sus manufacturas, en particular de los tejidos, y por lo tanto se quedaban con la parte del león de los beneficios comerciales.
Sin embargo, siguiendo la estela de los portugueses, al igual que las ratas en los barcos, llegaron al Lejano Oriente algunos otros indeseables competidores europeos. Unos en particular, los británicos de la East India Company, serían los que acabarían por cambiar radicalmente el escenario.



Para saber más (y mejor):
*History of Crafts, Manufacturing and Trade in the Indian Subcontinent, http://jigyasa0.tripod.com/trade.html

*From Trade to Colonization - Historic Dynamics of the East India Companies: http://india_resource.tripod.com/eastindia.html

22 de marzo de 2009

LAS CRÓNICAS DE UN ASUNTO CASI OLVIDADO. Parte 30.

CAPITULO VIII.
El regreso de Pan.

Sin dudarlo Andrés exigió a Gonzalo que le diera el teléfono de su jefe y el lunes siguiente quedó con Gamisans en el Bracafé, el auténtico, de la calle de Caspe. Al fondo, en una pequeña mesa estaba sentado el anticuario, con aire distraído, ausente del bullicio que reinaba en el concurrido local. Andrés se aproximó y Gamisans le miró cordial levantándose para estrecharle la mano con un apretón firme. No sabría decir el porqué, pero a Andrés ya no le pareció estar delante de un despistado mercachifle y percibía que toda aquella pose de Gamisans con su pajarita y su aire trasnochado podía ser una mera máscara, un disfraz para transitar por la vida con mayor comodidad.
-Estaba yo pensando en disfraces –le dijo con una media sonrisa.
-Pues no son aún los Carnavales, Profesor…
-Desde que Usted me hizo llegar aquel libro no me pasan más que cosas. Cosas raras –y añadió vehemente-, por ejemplo, empiezo a dudar que los árabes invadiesen nunca España. Y como la duda por lo visto me convierte en herético, ya no soy profesor en la Universidad.

Gamisans puso cara de perplejidad un tanto fingida, pues no cabía duda de que si bien no estaba al caso de lo que concretamente había pasado, en cierto modo se lo esperaba.
-Créame que lo siento –dijo finalmente como dando el pésame-, y lamento que le haya tocado a Usted, pero es el precio que pagamos, el tributo, sí, a la intransigencia.
-He de deducir a todo esto que el Catedrático Usandizaga y Usted ya se conocían.
-Deduce Usted bien, Profesor, como casi siempre.
-Tienen Ustedes dos, digamos, viejas cuentas pendientes –añadió en tono quedo Andrés para redondear la deducción.
-Bueno, más bien él conmigo, pero aprovecho cualquier ocasión para recordarle que todavía existo. Y en cuanto a su trabajo no tiene de qué preocuparse – remachó-, va a tener otras cosas, sí, de las que preocuparse de verdad. Además su empleo en la Universidad era algo, una ocupación, que no le convenía en absoluto a un joven inteligente como es Usted, no.
-No entiendo…
- Mire allí detrás, aquella mesita al lado del ventanal que da a la calle.

En ella había dos tipos, con la cabeza rapada el uno, perfectamente peinado con la raya al lado cuidadosamente marcada, el otro. Los dos vestían cazadoras “bomber” iguales, de color azul oscuro sin insignias y sostuvieron la mirada de Andrés. Iban en cierto modo como uniformados y no tomaban café, que era por lo que la gente, en general, acudía a aquel local, con fama de servir el mejor café de Barcelona.
-¿Les conoce? ¿No? Pues han venido con Usted.
-¿Qué me han seguido? -Andrés estaba alarmado, en cambio el Sr. Gamisans parecía no perder la calma.- Ya tiene un empleo, bien pagado y a tiempo completo, Profesor: sobrevivir.


(continuará...)

*Si lo deseas, puedes leer por orden de aparición las partes anteriores publicadas de la novela, seleccionando "El e-book de Historia por Resolver" bajo el epígrafe TEMAS TRATADOS de la barra lateral izquierda.

1 de marzo de 2009

Miguel Angel el falsificador.

Foto 1: Mi David de Miguel Ángel, falso, cómo no.
 
He de confesaros un secreto: me gustan los libros sobre delincuentes. Estos días, sin ir más lejos, me estoy leyendo una novela de este género y estoy sintiendo el mismo interés que me suscitó en su día de La Reina del Sur de Arturo Pérez-Reverte.
Tiene narices que de todos los libros de Pérez-Reverte que han pasado por mis manos (y todos he de decir que me han enganchado) sea este, violento, a ratos sórdido, mi favorito. Quizás sea porque es el más periodístico del autor, donde se le nota de verdad la casta, la profesión, que siempre va por dentro.


En cuanto a mi afición, no sabría bien qué pensar. Me considero una persona más o menos honrada, que jamás ha cogido nada que no sea suyo, si exceptuamos, que yo recuerde ahora mismo, un affaire con una radio de aquellas de baquelita que acabé quedándome indebidamente. Podéis ver fotografiada la desvergonzada prueba del delito en uno de mis posts del mes de octubre.


Con lo que os acabo de contar no encontraréis ahora extraño que de hablaros de Miguel Ángel, del genio del Renacimiento, pintor, escultor, arquitecto, en definitiva, Humanista, os refiera una oscura historia de la etapa más negra de su brillante biografía. Pues el bueno de Buonarroti, también transitó por el lado salvaje de la vida.


Para centrar el tema he echado mano de la Filosofía del Arte de Taine, que nos disecciona las condiciones del Arte, en este caso en la Italia del Renacimiento. Lejos de lo que podríamos suponer, la falta de justicia, el recurso a la fuerza y el asesinato impregnan el ambiente, no solo político sino también artístico. Las disputas y pendencias eran frecuentes, lo mismo en las tabernas, que en los talleres y obradores donde se estaba creando el mejor arte de la Historia de Europa.
Sin ir más lejos la nariz rota de Miguel Ángel es un recuerdo imborrable de una desavenencia con el violento Pietro Torrigiano, aprendiz como él en la Florencia de Lorenzo el Magnífico y que también acabaría siendo un famoso escultor. Con posterioridad, Benvenuto Cellini, discípulo de Miguel Ángel, sería en Roma uno de los mayores broncas de todo el Renacimiento Italiano. Toda una saga.

Foto 2: Miguel Ángel con su nariz rota.

Y es precisamente en Roma, a donde llegó Miguel Ángel en 1496, donde los Papas y Cardenales se nos perfilan mejor como corruptos Padrinos sicilianos que como bondadosos Padres de la Iglesia. Tanto su ambición como su refinamiento, no tenían límites y uno de los lujos más codiciados eran las obras de arte clásicas, por las que se pagaban verdaderas fortunas.
Con uno de estos Príncipes de la Iglesia, el Cardenal Raffaello Riario y con un tratante de arte poco escrupuloso, topó el joven Miguel Ángel en su camino hacia la inmortalidad en la Ciudad Eterna. Como carta de presentación se trajo de su último paso por Florencia una bonita escultura, el Cupido durmiente y un mal consejo:
Si enterraras la escultura y consiguieras hacerla pasar por una antigüedad, sacarías mucho más dinero por su venta…”.
Así que el mismo artista o un cómplice, procedieron a enterrar la obra, realizada según los patrones greco-romanos, en un suelo ácido durante una temporada, probablemente recubierta por abundante materia orgánica (mejor no especifiquemos) y una vez conseguida la pátina apropiada que sólo el paso del tiempo habría depositado de manera natural en una obra antigua, la hicieron llegar al Cardenal Riario, el cual pagó un buen dinero por el supuesto hallazgo arqueológico.
Posteriormente el Cardenal se dio cuenta del timo y reclamó su dinero de vuelta, so pena de soltar a sus sicarios para limpiar la afrenta. Sin embargo, apreciando como buen conocedor, el indudable talento (no sólo para el arte) de Miguel Ángel, le permitió seguir con vida y hasta quedarse con la parte que cobró por la escultura.


Como no hay mal que por bien no venga, este embarazoso asunto, que tuvo gran notoriedad, le abrió al joven escultor las puertas de oro del Vaticano. No en vano, nadie en aquella época como la Curia Vaticana, expertos tanto en apreciar todas las Artes como en (perdonar) pecadillos veniales, para comprender el indudable talento del joven escultor.
Sin duda reconocieron en él a uno de los suyos (es decir, de los nuestros).


Para saber más (y mejor):
*Enrica Crispino, Michelangelo, http://books.google.es/books?id=xy8qxGlF4jcC
*Hipólito Taine, Filosofía del Arte.
*Renaissance Forgeries, http://www.museumofhoaxes.com/hoax/Hoaxipedia/Renaissance_Forgeries/



Y la prueba fotográfica de un delito:

¡Y ahora también Ramón Trecet!, http://historia-por.blogspot.com/2008/10/y-ahora-tambin-ramn-trecet.html

16 de febrero de 2009

La biblioteca perdida andalusí de Tombuctú y a la apasionante Historia de sus guardianes godos.


Cuando el ejército victorioso de los que enseguida sería conocidos como los Arma conquistó el Imperio Songhay a las orillas del río Níger y se asentó victorioso en Tombuctú en el siglo XVI contaba entre sus filas con numerosos contingentes de origen hispano, tanto andalusíes, como cristianos renegados.
Sin embargo, ni estos ni su capitán Yuder Pachá fueron ni mucho menos los primeros de tal origen que allí llegaron.
Poco más de un siglo antes, y es tan sólo un ejemplo, el noble Alí ben Ziyad al-Qutí, salió expulsado de Toledo, poniendo el mar y el desierto por medio entre él y los enemigos del Islam. Se llevó consigo desde Al-Andalus hasta la tierra de los negros la más preciada de sus posesiones, su biblioteca personal.


Allí, en Tombuctú, fue calurosamente acogido por el Emperador Songhay (lo cual es un indicio de cuan estrechas fueron siempre las relaciones culturales y comerciales entre Al-Andalus y el Imperio de la curva del Níger), y de este modo lo que nosotros perdimos no lo llegamos a saber nunca, apenas ni tan siquiera hoy en día, hasta que el profesor John Hunwick reconocido experto en Historia de las Religiones, y que como otros muchos había perseguido durante largos años la mítica biblioteca, recibió una misteriosa llamada desde Mali.
Al otro lado del hilo telefónico se le presentaba el investigador Ismael Diadié Haidara, el cuál recientemente había notificado a algunos medios de comunicación españoles que había logrado reunificar la valiosa colección de libros de su antepasado, que ya se daba por perdida, pero que sin embargo había sido custodiada celosamente durante generaciones por los miembros de su clan, la familia Katí, protegiéndola tanto del inevitable deterioro del paso del tiempo como del fanatismo y la estulticia humanas.
Ahora reclamaba ayuda para que el legado de sus ancestros pudiera ser debidamente estudiado y publicado y no acabara por perderse definitivamente.


Era el año 1999, habían pasado quinientos años, aunque de todos modos, esta historia comienza muchísimo antes, pues el mismo Alí ben Ziyad al-Qutí, eran tan sólo uno más de los miembros de una ilustre familia, sembrada de personalidades. Tan solo un eslabón de la cadena.
Sin ir más lejos su hijo Mahmud al-Qutí será el autor de la primera crónica histórica del África negra: el Takich el-Fettash y es considerado el primer escritor de raza negra conocido.


UNA FAMILIA DE GODOS ISLAMIZADOS:
Pero lo realmente sorprendente es que los al-Qutí, Qutí significa godo, han tenido siempre conciencia de su origen andalusí y godo así como del periplo vital de su familia.
Conservaron siempre el recuerdo de sus ilustres antepasados, muchos de ellos destacados intelectuales a lo largo y ancho de las historia de la España musulmana.
Entre estos se cuentan entre otros, historiadores como Ibn Al-Qutiya (apodado el hijo de la goda) que escribió el libro de la conquista de Al-Andalus en el siglo X, juristas, poetas y médicos, como el prestigioso Alcoatí (Suleiman ben Arit al-Qutí) autor de uno de los mejores tratados de oftalmología, obra de referencia desde el siglo XII.
Todos ellos son descendientes por línea directa de Sara la Goda, nieta de Witiza el último rey godo incontestado, que reinó entre 700 y 710 y cuyo fallecimiento abrió la puerta al turbulento periodo que daría lugar a la islamización del Reino Visigodo de Toledo. Y de su propia familia.


LA BIBLIOTECA, EL FONDO KATÍ:
Puede afirmarse que no queda nada semejante en España de aquel esplendoroso pasado. Los más de 9.000 documentos manuscritos que forman a día de hoy el denominado Fondo Katí nos ofrecen una información valiosísima de nuestro pasado andalusí, la civilización que desde la Península Ibérica irradió por todas las orillas del Mediterráneo, hasta más allá de las arenas del desierto del Sahara.
Nuestro manuales de historia al uso, sin embargo, hablan de este periodo como el de la dominación árabe de España. Pero sin embargo está claro que poco fue lo que pudieron traer los árabes. Y poco fue lo que se pudo salvar una vez finalizada la Reconquista.
Los miles de documentos de este fondo bibliográfico están ya bajo protección y se está procediendo a su conservación y digitalización. Proclaman sin lugar a dudas las estrechas relaciones entre Al-Andalus y África y son una información inestimable sobre la vida y la cultura en el periodo andalusí que en muchos casos desconocemos.
Incluyen descripciones sobre la vida en ciudades como Toledo, Córdoba, y cubren todos los campos del saber, desde Religión (muchos de los libros son versiones y comentarios del Corán), Medicina, Matemáticas, Historia, Filosofía, libros de viajes…
Aunque para viaje, el periplo vital de esa familia. Hubo que esperar hasta finales del siglo XX para que el último descendiente conocido de la realeza goda, sorprendentemente de color y afincado en África, acabara la tarea de reunificar los manuscritos dispersos en manos de los descendientes del rey Witiza, rey de Spania, rey de los godos.



Para saber más (y mejor):
*Fondo Katí, ¿Por qué España?, http://www.fundacionmahmudkati.org/archivosadjuntos/Porqu_%20Espa_a.pdf
*Fundación Mahmud Kati, http://www.fundacionmahmudkati.org/
*Fondo Katí, http://www.monografias.com/trabajos37/fondo-kati/fondo-kati.shtml

1 de febrero de 2009

Los Arma, la desconocida Historia de los españoles negros.


Cuando en 1880 el español Cristóbal Benítez llegó a Tombuctú, una ciudad mítica, perdida en la curva del río Níger y que poblaba el imaginario geográfico europeo desde la Edad Media, escuchó con asombro, y no sin cierto desdén, como algunos de sus habitantes, gente de color, afirmaban ser descendientes de musulmanes desterrados de España.
Benítez formaba parte del ramillete de primeros exploradores europeos, que a modo de avanzadilla, pondrían el desconocido interior del Continente Africano definitivamente en los mapas…de los voraces imperios coloniales de las muy agresivas naciones de la Europa industrializada.
A su regreso puso negro sobre blanco en un libro las maravillas de su viaje y como no, la anécdota de haber encontrado a unos remotos paisanos, para que nosotros, en general, siguiéramos desconociendoun hecho histórico tan relevante.


Los que tal afirmaban eran los Arma.
Y el nombre de esta etnia, una de los principales grupos que se amalgaman aún hoy en día en la ciudad, ya sería en cierto modo, un indicio. Nunca olvidaron que llegaron como conquistadores en 1591, formando parte de un ejército lanzado como una maldición sobre un debilitado Imperio Songhay por el sultán marroquí Al-Mansur.
La expedición que acabaría con este Imperio estaba formada por lanceros marroquíes, mercenarios moriscos y cristianos renegados de orígenes variapintos. Estos últimos, los andalusíes y los renegados (capturados como esclavos principalmente en las costas españolas, o prisioneros de batallas) formaban la columna vertebral del ejército atacante ya que portaban por primera vez más allá del Sahara, armas de fuego. Sus arcabuces y unos pocos cañones, serían decisivos en los combates.
Los comandaba además el también español Yuder Pachá (originariamente Diego de Guevara), capturado de joven en Almería por la piratería turca y que había hecho una brillante carrera militar en la corte marroquí.
Él y sus hombres avanzaron penosamente a través de dos mil kilómetros de desierto para conquistar el inexpugnable país del oro de los negros: el punto de partida de la ruta occidental del comercio transahariano que inundaba de oro el Magreb y en su momento el propio Al-Andalus, y por la que transitaban ingentes riquezas en forma de sal, esclavos, especias y productos manufacturados.


Los orígenes de esta ruta de comercio de larga distancia se remontan mucho más allá del advenimiento del Islam. Ya era transitada en tiempos de Roma, Cartago, y mucho antes, cobrando cada vez mayor importancia estratégica conforme el Sahara se iba desecando hasta convertirse en el inhóspito desierto que hoy conocemos.


El desierto mantuvo Tombuctú y los otros emporios de la curva del Níger a salvo de la codicia de los conquistadores hasta el siglo XVI, en que las consecuencias del juego geoestratégico entre España, Turquía, e Inglaterra pusieron en manos del sultán marroquí, los hombres, la pólvora y las necesarias armas de fuego para vencer en la atrevida expedición.
Es significativo que las armas las proporcionara la reina Isabel I de Inglaterra, acérrima enemiga de Felipe II con la intención de llevar a cabo algún día un ataque conjunto anglo-marroquí contra su rival español.
Así pues, gracias a las armas de la reina llegaron los Arma a Tombuctú, la cuál hicieron su capital como conquistadores del mayor Imperio africano de su época.


Se dice que su nombre proviene de los gritos de los españoles cuando se aprestaban a empuñar sus armas para combatir: “al arma” y que de ahí debe venir, quizás, la propia palabra ALARMA.
Victoriosos, se establecieron allí, se casaron y acabaron tan negros como buena fue siempre su memoria. Nunca olvidaron su origen. Sin embargo nosotros sí que nos olvidamos de ellos.Un olvido aún mayor si consideramos que ese mismo siglo al otro lado de la Mar Océana, en 1521 Cortés conquistó Méjico y en 1533 Pizarro el Imperio de los Incas…y eso todo el mundo lo sabe, en cambio, yo conocí la Historia de su epopeya, un buen día, viendo un documental en la televisión. No tenía la menor idea.


Pero no acaba aquí el tema. Ahora, buscando información para poder escribir este post, he podido aprender que fueron en busca de oro, pero lo que realmente encontraron, fue un tesoro todavía mayor: libros y una historia común apasionante.
A ver si consigo contárosla como se merece, próximamente.




Para saber más (y mejor):
*Cristóbal Benitez, Viaje por Marruecos, el desierto de Sahara y Sudán

*José Antonio Doll Pérez, Mali: Timbuktú, la Atenas del desierto http://www.rebelion.org/noticia.php?id=19257

*José Corral, Ciudades de las caravanas
*Pep Subirós, Tombuctú, el puerto del desierto, http://www.elpais.com/articulo/portada/Tombuctu/puerto/desierto/elpeputec/20060806elpepspor_7/Tes
*Antonio Llaguno Rojas, Andaluces en la curva del Níger, http://www.fundacionmahmudkati.org/archivosadjuntos/ANDALUCES%20EN%20LA%20CURVA%20DEL%20N_GER%20resumen.pdf

18 de enero de 2009

LAS CRÓNICAS DE UN ASUNTO CASI OLVIDADO. Parte 29.

(sigue...)

La decoración muy recargada, remedaba la de los palacios venecianos del siglo XVIII y la iluminación era escasa, con luces indirectas que incidían sobre las paredes y el techo artesonado, profusamente decorado con frescos mostrando escenas de caza. Alrededor, había mesitas aquí y allá, quizás recuperadas de tiendas de anticuario, muchas de un estilo algo rococó, cómodos sillones y sillas a juego con la decoración. La barra ocupaba una longitud inmensa en uno de los lados y estaba copada por una doble fila de clientes que reclamaban sus consumiciones. A Andrés le llamó la atención que algunas de las camareras llevaban vistosos pelucones como los de la corte del Rey Sol.
-La propietaria es una historiadora del arte –le dijo Gonzalo gritándole al oído.
La música llenaba el ambiente y amortiguaba las voces y las risas de la sala que estaba ya muy llena a aquellas horas. Empezaron a merodear, esperando dar con la nueva amiguita de Gonzalo. Después de un rato dando vueltas entre la gente, vieron a una chica que bailaba sola en una de las esquinas de la pista, vestida totalmente de negro, con unos pantalones muy ajustados, sosteniendo un vaso de tubo. Gonzalo se la señaló a Andrés, arrastrándole hacia ella apresurado, como un sabueso que por fin ha dado con la presa.
-¡Mira está allí! Es la morena alta con el pelo corto. Te la voy a presentar.
Andrés observó que llevaba también la máscara. Solamente cuando llegaron junto a la chica, a Andrés empezó a hacérsele familiar, le recordaba a alguien. Recibió a Gonzalo con un casto beso en la mejilla, que sin duda no era lo que éste esperaba, y levantándose el antifaz sobre la frente extendió la mano para saludar a Andrés:
-Buenas noches Profesor, me alegra ver que su cerámica le deja a Usted tiempo para salir por las noches –le dijo, sorprendiéndole por un instante hasta que la reconoció.
-Doctora Marta Gaitán, -respondió Andrés un poco azorado, ¡era la nueva profesora que ahora estaba dando sus clases!-, no esperaba de ningún modo verla por aquí –balbuceó, inseguro ante la situación.
Enseguida pensó que aquello no podía, de ningún modo, ser ninguna casualidad. Andrés no creía en ellas. Miró a Gonzalo, que estaba un tanto chocado y empezó a sentir un vértigo extraño, mareado por la sonrisa arrogante de la Doctora, que los despidió a los dos con cajas destempladas, como si hubiera venido hasta allí tan solo a burlarse. Y ahora sí, Andrés decidió que lo mejor sería ponerse él también el antifaz.


(continuará...)


*Si lo deseas, puedes leer por orden de aparición las partes anteriores publicadas de la novela, seleccionando "Las crónicas de un asunto casi olvidado" bajo el epígrafe TEMAS TRATADOS de la barra lateral izquierda.

4 de enero de 2009

LA CRÓNICAS DE UN ASUNTO CASI OLVIDADO. Parte 28.

(sigue...)

-¿Y no habría manera de contactarle? –preguntó Andrés interesado-. Me gustaría hablar con él y comentarle lo que me está pasando.
-Bueno, me dejó un número de teléfono móvil por si ocurría algo urgente. Pero insistió en que no debía dárselo a nadie bajo ningún concepto.
-¡Oh, bueno, podré esperar al regreso del gran hombre! –ironizó Andrés con un deje de cinismo-. La verdad es que sospecho que tu jefe tiene bastante que ver con mis actuales tribulaciones. No acabo de captar hasta que punto, pero pienso que tiene algo que ver…Pero no creo que mis nimios problemas sean algo “urgente” para el Sr. Gamisans, claro.
-No sé, quizás regrese la próxima semana y puedas pasarte por la galería. Pero ahora apresúrate que se nos hace tarde. En media hora debemos estar en “El enmascarado”.
-¿”El enmascarado”?, ¿No es ese el local donde tienes que ponerte un antifaz?
-Te lo explicó por el camino –dijo finalmente Gonzalo levantándose y retirándole el plato a su colega sin escuchar sus airadas protestas, pues aún no había acabado-. Iremos en mi “vespa”.



“El enmascarado” fue durante un tiempo uno de los locales más desmadrados. Gonzalo conocía muy bien sitios como aquel de la zona alta de Barcelona. Éste estaba en la Avenida del Tibidabo, en uno de los típicos caserones de la cuesta por donde subía y bajaba la última línea de tranvías de una ciudad antaño más romántica y ahora hacía ya mucho tiempo dominada por los autobuses, los automóviles y el transporte subterráneo. Haciendo honor a su nombre, estaba verdaderamente enmascarado, pues no habiendo ningún letrero ni nada que delatara su existencia como local de ocio, los que estaban en el conocimiento del mismo accedían a él llamando a un timbre, como si de un bar de mala nota se tratara. Los clientes procuraban no hacer ruido en la calle ni acudir en grandes grupos ya que de otro modo era seguro que la puerta de ningún modo se abriría. Además siempre se salía por la parte de atrás tras recorrer un pequeño túnel que daba a un descampado en el cual se erguía una gasolinera. Mucha gente cuando venía, dejaba su coche allí y daba la vuelta caminando para poder entrar. Eso fue lo que Gonzalo y Andrés hicieron.
La entrada no fue problema, pues Gonzalo era de los habituales. En el hall, junto con el ticket de la entrada con consumición les dieron un antifaz negro, de cartulina con una goma, como los de los niños. La mayoría de la gente lo llevaba puesto, divertida con su sobrevenido anonimato. Gonzalo también se había colocado el antifaz nada más entrar, pero no había podido convencer a su estirado acompañante, que lo llevaba aún colgado de la mano.

(continuará...)

*Si lo deseas, puedes leer por orden de aparición las partes anteriores publicadas de la novela, seleccionando "Las crónicas de un asunto casi olvidado" bajo el epígrafe TEMAS TRATADOS de la barra lateral izquierda.