10 de diciembre de 2008

Disturbios en Grecia, de nuevo el fuego griego.

Ilustración del manuscrito del historiador bizantino Ioannes Skylitzes (s. XI), conservado en la Biblioteca Nacional de Madrid.


Excusándome en la pretensión de querer estar informado a todas horas, hace ya unos cuantos años que me aficioné a escuchar en la radio alguna de esas emisoras que ofrecen noticias de manera continuada. Para mí en principio fueron una novedad interesante, ¡las noticias al minuto!, pensé, pero luego tuve que reconocer que si las tenías sintonizadas todo el día lejos de informar aburrían; si te quedas escuchando más de una hora se convierten en una práctica obsesiva y para nada informativa. Y para nada renuevan la información al minuto.
Repiten cada poco, en el mismo orden, con las mismas palabras e incluso con la misma entonación las noticias enlatadas y listas para servir por alguna de las pocas agencias de noticias que son las que realmente dominan y controlan activamente lo que se escucha, lo que se ve, y lo que se lee, allende y aquende la Mar Océana.
En el momento en que realmente reflexioné sobre por qué razón nos castigaban con la repetición machacona e insistente de los mismos mensajes y descarté la posible supina ineptitud de las personas que dirigen estas emisoras, caí en la cuenta de que son un vértice donde se dan la mano la información y la propaganda. Y me acordé de Goebbels y de su antagonista Erich Fromm, para quien el mayor peligro que afrontaba la sociedad contemporánea era el de nuestra robotización.
Últimamente estos noticiarios en carrusel han saltado a la televisión. Y es en varios de estos telenoticias donde he estado viendo unas pocas imágenes (siempre las mismas, claro, pues la fuente seguramente es única) de los disturbios que asolan desde hace unos días diversas ciudades de Grecia. Bueno, lo primero que se iluminó en mi mente al ver los incendios y los cócteles Molotov volando es “qué bonita papeleta tiene la policía allí, con el uso tan desmedido que los manifestantes hacen de las bombas incendiarias”. Y es que sólo se veía fuego, fuego griego.
Así fue como conecté mi memoria histórica y me acordé de dos cosas de los griegos del pasado.
Una, que ostentan el record mundial en cuanto a disturbios se refiere. Lo mantienen desde el año 532 d.C., de cuando la antigua Constantinopla, hoy Estambul y entonces capital del Imperio Bizantino era inequívocamente griega y en ella estalló la Rebelión
Nika que estuvo a punto de destronar a todo un Emperador como Justiniano. Me pareció tan interesante que ya lo hemos tratado en este blog.
La otra es el fuego griego. Lo de Bizancio era
un no parar y un siglo y medio después, hacia finales del siglo VII d.C. el Imperio Bizantino estaba nuevamente amenazado, una vez más desde el exterior. A primera vista el desafío provenía de los límites de sus fronteras, pero en realidad de sus propias contradicciones sociales y religiosas había surgido una nueva y potente fuerza: el Islam.
Sus guerreros llamaban ahora a las puertas del Bósforo después de haber desposeído a Bizancio de Siria, Palestina, Egipto y África.
Ahora la propia capital estaba a punto de caer presa de los ejércitos mahometanos, que tan sólo veinte años antes habían liquidado el Imperio Persa. Después de haber resistido penosamente entre otros, a godos, búlgaros, eslavos, y a los mismos persas, sólo un milagro podía salvar a los griegos del Imperio Romano en Oriente. Y ese milagro llegó de la mano de un misterioso personaje llamado
Callicinus, huído desde Heliopolis (en el actual Líbano) y que ofreció a los generales del Constantino IV un arma decisiva que les permitiría mantener a raya al Islam durante ocho siglos y que se convertiría en un secreto militar nunca desvelado.
Consistía en una mezcla inflamable imposible de apagar y que ardía incluso en el agua del mar. Los bizantinos lo montaron en las proas de sus mejores barcos, expeliéndola por unos tubos a modo de lanzallamas sobre las aterrorizadas tripulaciones de la escuadra enemiga que abrasada tuvo que levantar el asedio.
Los cruzados lo bautizarían con posteridad como “fuego griego” y con ese nombre ha llegado hasta nuestros días. A los griegos los protegió de sus enemigos y a mí, de momento, de la desinformación de la televisión.


Para saber más (y mejor):

*Bizancio!!!: http://www.imperiobizantino.com/

*Sobre el fuego griego podéis ver un muy buen post en ANFRIX que incluye un video muy interesante: http://www.anfrix.com/2007/05/el-arma-mas-misteriosa-y-enigmatica-de-la-historia/

*”Forofismo” político (pero no sólo) en Bizancio: http://historia-por.blogspot.com/2008/03/forofismo-poltico-pero-no-slo-en.html.

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