7 de mayo de 2008

La Guerra de la Independencia contada de primera mano: La batalla de Santa Coloma.

Corría el año 1808 cuando la ciudad de Barcelona fue ocupada, sin apenas resistencia, por las tropas francesas. Su arma principal, con la que consiguieron anular cualquier intento de resistencia, fue ni más ni menos que una orden del propio Rey Carlos IV –de España-.
Para comprender este hecho, conviene explicar que como aliados, en virtud del Tratado de Fointanebleau firmado el año anterior, estas penetraron para apoyar a las tropas españolas en una nueva invasión de Portugal –a la sazón aliada de Gran Bretaña-.
Por ello existía la obligación de facilitar su tránsito hacia el país vecino y de prestarles apoyo logístico y manutención. Lejos de todo esto, sin embargo, se quedaron, tomando paulatinamente el control de las principales plazas españolas, relevando asimismo al Monarca español de sus, digamos, responsabilidades. Las cuales, cabe decir que no demostraba tener en absoluto.
Cuesta trabajo hasta explicarlo. Pero es que no creo que históricamente se haya dado nunca ningún caso similar de entrega de un Reino completo y su Imperio en manos de una potencia exterior, así, como por las buenas, ¡por parte de su propio Rey! Así no es de extrañar que durante unos meses y dada la situación, hasta que se produjo el levantamiento del 2 de mayo en Madrid, la sorprendida y estupefacta población no reaccionara en contra de lo que todos pensaban, sin lugar a dudas, era una invasión en toda regla.
El ejército, como institución armada, tampoco opuso gran resistencia, incluso algunas unidades se acabarían viendo en la paradójica situación de servir en la “Grande Armée” del Emperador francés, en lugares tan distantes como Dinamarca o Rusia, al mismo tiempo que los franceses ocupaban y saqueaban su país.
Y al otro lado del Océano, en América, el resto del Imperio quedaba a su libre albedrío, y como un pájaro al que se le deja la puerta de la jaula abierta, ya no habría manera de volver a meterlo dentro nunca más.


Mientras, en el tranquilo pueblo de Santa Coloma de Gramanet, vecino a Barcelona, Jaume Galobardes, nuestro conocido cronista, testigo directo de los hechos, nos confirma la estupefacción de la población y nos cuenta que las tropas napoleónicas estaban formadas por gente de medio mundo napolitanos, romanos, flamencos, suizos, polacos, húngaros, alemanes y austriacos. Había tropas de ocho reyes”, que no respetaban en absoluto ni las haciendas, ni las costumbres, ni los sentimientos de la gente.
Y aunque bien dirigidos por oficiales experimentados, no solo la preparación de estas tropas, sino sobre todo su logística, dejaban mucho que desear. Por esa razón, debían alimentarse sobre el terreno, no solo eso sino que mataban, incendiaban y deshonraban”. Esta rapiña representaba una auténtica desgracia. Y como bien sabía Napoleón, un grave problema también para los que la perpetraban, porque ponía a la población ocupada en su contra, y porque sus soldados se hallaban expuestos constantemente al hambre.
Por ello, ya en 1795 Napoleón había ofrecido un premio de 12.000 francos a quien encontrara un medio de conservar los alimentos. Pero por el momento esto no estaba bien solucionado y como venía siendo tradicional todavía en todos los ejércitos en campaña se recurría al saqueo y al pillaje como socorrido medio para solucionar el aprovisionamiento.
Sin embargo, en algunos lugares, sobre todo en Cataluña, existía el Somatén.
El origen de la palabra, “so metent”, que significa algo así como hacer ruido, para avisar a los convecinos de que acudan en ayuda y socorro de uno, no puede ser más revelador.
Se trataba de milicias irregulares formadas por los vecinos de los municipios que estaban obligados a acudir con sus armas en ayuda de la justicia. Y también tenían que dejarlas en casa -y no ir con ellas a todos lados- si no había esta necesidad. Lo cual representaba una gran regulación y quitaba de la circulación estos peligrosos instrumentos cuando no eran necesarios, que gracias a Dios sería la mayor parte de los días.


Estas milicias tienen su origen en la Baja Edad Media y tal y como nos explica Jaume Galobardes en su Libro, En los pueblos empezaron a organizar los somatenes, mandándolos allí donde había alguna guarnición de franceses, o a las guerrillas, o de centinelas, o en piquetes avanzados…se fueron reuniendo partidas de 5 a 600 hombres…”. De la calma tensa se pasó al enfrentamiento abierto, con el pueblo alzado en armas contra el invasor y Si encontraban a uno –un francés-, tanto si era soldado como paisano, lo mataban. Desgraciado del hombre que hablara distinto de los de aquí, ya que, si no era catalán ni castellano, había perdido la vida”.Pronto se organizó un cordón militar formado por voluntarios y desertores del ejército Real para contener así a las tropas francesas dentro de Barcelona. Galobardes nos relata que Por los contornos de Barcelona mandaba un tal Don Francisco Milans del Bosch, que procedía de la parte de Mataró y había sido oficial de tropas de Guardias españolas”. Este se convertiría en uno de los cabecillas más destacados de la resistencia y colocó su campamento principal en las montañas de las inmediaciones de Santa Coloma.
Las tropas regulares francesas eran superiores en batalla campal, pero estos partisanos hostigaban a los franceses, sometiéndoles a un tipo de guerra al que no estaban acostumbrados. Los voluntarios del somatén procedían de las poblaciones cercanas, eran crueles y conocían palmo a palmo el terreno. Cuando les convenía se retiraban a su casa. Los franceses, por su parte, hacían salidas puntuales desde Barcelona, enfrentándose contra estas unidades de guerrilleros.


A causa de esto, diversos hechos de armas de esta primera fase de la contienda tuvieron lugar en la pequeña población, contando incluso con la participación del propio alcalde a la cabeza de los lugareños.
De entre los diversos altercados cabe destacar la conocida como “Batalla de Santa Coloma el 22 de septiembre de 1808, cuando las tropas francesas que salieron para tomar la parte alta del pueblo, con la intención de apresar a Milans, fueron rechazadas por los guerrilleros y posteriormente vencidas en su propio campamento junto al río Besós. Sin embargo, los franceses se tomarían cumplida revancha un mes después, cuando lograron tomar el campamento de Milans del Bosch, haciendo muchos prisioneros, y en su retirada, escribe Galobardes quemaron unas 16 casas…Derramaron mucho vino….Robaron. Ese día no hubo más que desgracias y tribulaciones para la gente de este pueblo. Dios no permita que se repita nunca más, aunque ahora ocurren cosas parecidas y peores. ¡Fue un tiempo de grandes sufrimientos!”.Es bueno saberlo. Y recordarlo.


TAMBIEN EN ESTE BLOG:
*¿Por qué los súbditos no obedecieron a su Rey? Según “El libro” de Jaume Galobardes.
http://historia-por.blogspot.com/search/label/Santa%20Coloma%20de%20Gramanet

*El “Libro” de Jaume Galobardes, el Doctor Vilaseca y los historiadores encadenados de Sta. Coloma de Gramanet.


PARA SABER MÁS Y MEJOR:
*Joan Vilaseca i Segalés: Historia de Sta. Coloma de Gramenet durante el siglo XIX.
*El Llibre de Jaume Galobardes (1776-1863).
*El somatén en la Cataluña medieval:
http://www.durango-udala.net/portal/RecursosWeb/FTP/KHZ/clio3aldizkaria/flocel(12).pdf

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